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Animales imaginarios

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Desde la noche de los tiempos, tanto la cultura popular como el arte y la literatura han inventado millares de animales inexistentes, como si no hubiera bastantes o a la inteligencia humana nunca le pareciesen suficientes. Quizá sufrimos una nostalgia animal irremediable. Antes de que supiéramos de los dinosaurios ya habíamos inventado los dragones mitológicos, cuyo parecido es innegable, y toda clase de quimeras mezclando unos animales con otros, y hasta dioses de rasgos bestiales como el buey Apis. Centauros, sirenas, arpías, grifos, la tortuga que sostiene el mundo. Pintores y poetas elaboraron numerosos Bestiarios, un género literario medieval, y gracias a su esfuerzo intelectual en el mundo había más animales imaginarios que reales. Algunos muy simbólicos y alegóricos, como el xiezhi chino que en Corea llaman haetae, un león cubierto de escamas con un cuerno en la frente. Originario de Manchuria, representa la Justicia porque distingue el bien del mal. La bestia justa, en definitiva.

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Y mientras los legendarios animales imaginarios habitan en el arte y la mitología, los más modestos de la cultura popular se refugian en el lenguaje, los refranes y las frases hechas. El mirlo blanco, la oveja negra, el chivo expiatorio, el caballo regalado, el cordero pascual, el mochuelo en su olivo, el grillo del hogar, el asno de Buridán, el zorro de las nueve colas japonés, la serpiente del paraíso, la yegua de la noche (nightmare), el cuervo de Poe, el lobo solitario. ¿Y el famoso gato de Schrödinger? No, ese puto gato no está en ningún sitio. Es una excepción en cuanto a animales imaginarios, mejor olvídense de él. No se pierden nada, porque animales ficticios hay muchísimos, y hasta el Espíritu Santo es una paloma. No la de la paz, otra.

Nuestra nostalgia animal, teñida de melancolía, es irresistible. Por algo en el célebre grabado «Melancolía» de Durero, además de un ángel pensativo, aparece un perro famélico. Empiezas a hablar de las bestias de la imaginación y acabas sombrío y taciturno. Por qué será. ¿Acaso descienden los dragones de los dinosaurios? Por si las moscas, me quedaré con las bestias lingüísticas. El mirlo blanco, la oveja negra, el chivo expiatorio.