Amaya Michelena
Amaya Michelena

Jefa de sección (Domingo)

El rayo verde

Inmigrantes

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Alternativa para Alemania es ya el segundo partido en su país. Los franceses han recurrido a la estratagema de impedir a Marine Le Pen que se presente de nuevo porque saben que ganará y en las últimas elecciones municipales británicas ha triunfado el extremista Farage. Desde que en Italia gobierna Meloni, las romerías migratorias que llegaban a sus costas se han trasladado a la permisiva España. Lo que une a todos estos partidos es su visión sobre la inmigración. La pequeña Europa se ha convertido en la pieza codiciada de millones de personas del resto de continentes. En el Reino Unido, cada año penetra un millón de extranjeros. En los otros estados -España, Alemania, Francia- computan alrededor de la mitad.

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En total, tenemos tres millones de personas recién llegadas al año. Y eso, por acumulación y problemas derivados, pone nerviosa a mucha gente. He ahí el éxito de la extrema derecha. Ante el terror de la clase política tradicional a perder sus privilegios, muchos partidos están adoptando el discurso xenófobo extremista. Keir Starmer, el premier británico, líder laborista -pensamiento paralelo al de nuestros socialistas-, se suma al carro con entusiasmo y anuncia un Libro Blanco de Inmigración que, básicamente, plantea expulsar a todos los extranjeros que hayan cometido delitos y cerrar las puertas que durante tantos años han estado abiertas de par en par.

Dicen las malas lenguas que el ‘Brexit’ lo consiguieron los ingleses de más edad y de entornos rurales porque temían la invasión de rumanos y búlgaros, que estaban a punto de integrarse en la UE. A cambio, lo que tienen ahora son indios, paquistaníes y nigerianos. Los de sus colonias, vaya. Y eso, ay, ha despertado todas las alarmas.