Amaya Michelena
Amaya Michelena

Jefa de sección (Domingo)

El rayo verde

Cuentos

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Cada vez que escucho algún pódcast que dura una hora o más, me asalta con una frecuencia inmisericorde la publicidad de Youtube intentando venderme algún curso sobre inversiones y chollos financieros. Se ve que los tiburones de la especulación están atentos a la chavalería, consumidora habitual de este tipo de formatos. Desde cómo aplicar la IA    a las finanzas a cómo encontrar pisos baratos para reformarlos y revenderlos, pasando por la maestría en Bolsa, ETF, criptomonedas, trocear viviendas para vender habitación por habitación, aprovecharse del alquiler vacacional sin siquiera ser el propietario del inmueble… en fin, todo un abanico de oportunidades para hacerte rico sin trabajar. Es, me temo, el anhelo de muchísimos jóvenes que consideran a sus padres y a sus abuelos unos pringados que han quemado sus vidas en jornadas interminables para juntar unos ahorros y conseguir lo que tienen, sacrificando lo placentero.

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Hoy la nueva generación piensa de otro modo y pretende vivir igual o mejor que quienes les precedieron sin pegar un palo al agua. Ser modelo, influencer, tiktoker, instagramer, dedicarse a viajar, publicar libros sin saber escribir… hay muchísimos espejos donde mirarse y a algunos les va realmente bien. Tanto que escogen huir a Andorra, a Dubái, a    rincones del Caribe donde apenas se pagan impuestos. Lo que no muestran a sus seguidores es la cantidad ingente de trabajo que hay detrás del éxito, que no es oro todo lo que reluce. Siempre he pensado que si fuera tan fácil hacerse millonario sin currar esos que te venden cursos no lo necesitarían… estarían forrados siguiendo sus propias recetas. Tampoco necesitarían mostrar cada detalle de su vida en las redes sociales.