Joves amb veu

Lucrarse con tragedias no es lícito

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Ya sean las DANAS de Cala en Porter y València o el reciente apagón que dejó sin energía eléctrica a toda la Península ibérica y parte del sur de Francia, la similitud que une a estas tragedias, es la capacidad de diversos grupos políticos para sacar algún tipo de rédito que les permita publicar cientos de posts en sus redes sociales sobre por qué el otro tiene la culpa del desastre. O en ciertos casos, subirse al estrado de algún parlamento autonómico o del Estado, sin dar realmente ningún dato fehaciente para creer en las especulaciones malintencionadas que defiende, con un ímpetu que se esperaría de estos sujetos para debatir leyes verdaderamente relevantes para la sociedad.

Resulta preocupante, además, en un contexto donde cualquier noticia o testimonio que sirva para desbaratar al contrincante, da frutos sin importar la ética y compostura que el oficio político requiere. Un servicio público como este necesita mujeres y hombres que se sienten a dialogar y buscar soluciones a los problemas que los ciudadanos padecen, de más están los gritos, insultos y cánticos furibundos.

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Está claro que ningún grupo político se salva de estas deficiencias, pero es justo decir que son los extremos los que más gustan de alterar la fibra de la gente, ya que como su naturaleza dicta, necesitan, como decimos en Venezuela el bochinche fiel sinónimo del alboroto y que expresa con mayor capacidad la inmoralidad y falta de principios básicos para estos sectores que se imponen como ‘patriotas’, ‘machos’, ‘superiores’, ‘salvadores’, entre otros términos que es mejor obviar.

La pregunta es ¿Se puede hacer algo para que estos grupos de la clase política cambien esta estrategia errónea? Sinceramente, viendo como la política se torna cada vez más infantil y cosmética, sería una empresa complicada pero no imposible, y más si es impulsada desde el pueblo como elector de sus representantes.

En definitiva, debemos empezar a dejar a los mensajeros del odio, el extremismo y las fake news fuera del debate político, centrándonos de forma permanente en los que esperan alguno de los acontecimientos mencionados anteriormente para rasgar apoyos en medio de la zozobra y la desesperación, como ocurrió en València y como quieren plantear ahora con el apagón. No permitamos que la democracia y el respeto se deshagan, fortalezcámoslas para que el presente no se destruya en sí mismo y logre evolucionar como el futuro digno que nos merecemos.