Buscando el norte

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No me refiero a los tres norte que bien conocen marinos y aviadores: el geográfico que usa a la Tierra como eje de giro, el magnético que se alinea con su campo magnético y el Lambert resultado de la proyección de su superficie esférica sobre superficies planas como las cartas náuticas o planos. Me refiero al norte de nuestras vidas, de nuestra sociedad. Aquel al que se refería Cicerón al asegurar que no hay vientos favorables cuando no se sabe adonde se quiere ir, cuando no hay rumbo ni norte definidos.

Indiscutiblemente vivimos en un mundo complejo. Sin necesidad de entrar en las guerras que día a día sacuden nuestras conciencias, en nuestra vida diaria nos encontramos con situaciones, cuando menos, extrañas. Este pasado domingo un equipo turco ganaba la Euroliga de baloncesto en un país extraño como es Abu Dabi. La competición está esponsorizada por una compañía aérea de una Turquía que no forma parte de Europa ni geográfica ni políticamente. Citemos además, que un 85 por ciento de la plantilla del vencedor Fenerbahçe, la componen jugadores norteamericanos. Algún día algún economista cuantificará cuánto dinero ingresan los EE.UU de Trump por la pléyade de jugadores que juegan en esta Europa que, dice, les roba.

Pero cuando a consecuencia de Trump y de la invasión de Ucrania, nos exigimos llegar al 2 por ciento de nuestro PIB en políticas de seguridad y defensa, otros países europeos se lanzan, no a un incremento progresivo y ponderado del 2,5 o del 3 por ciento, sino directamente al 5 por ciento. Rompen la baraja.

En lenguaje de la calle diríamos como resumen, que andamos desnortados.

Esta falta de rumbo de una sociedad que no encuentra en sus líderes políticos lo que necesita, es un fenómeno grave del que emanan, extremismos políticos, abstenciones electorales, perdidas de solidaridad y confianza en las Instituciones.

El ciudadano se inhibe -"pasa"- y la sociedad va quedando en manos de mediocres y oportunistas que estimulan odios, reabren heridas, no distinguen el norte ni el rumbo a tomar en decisiones graves sobre nucleares, gestion del agua o de la vivienda. Cuando somos mas que conscientes del invierno demográfico que padecemos, cuando necesitamos emigrantes que cubran puestos de trabajo que tres millones de nuestros parados no quieren o pueden realizar, resulta que no tenemos viviendas ni para nuestros jóvenes que se incorporan al mercado de trabajo, ni para acoger dignamente a estos que vienen, cuando nuestra Constitución (Artº47) claramente lo prescribe.

Pero ¿cómo vamos a apoyarnos en nuestra Constitución si continuamente la violamos en el Congreso, en las regiones separatistas, en amnistías políticas, en el propio TC, en los diferentes servicios públicos y sociales?

No son pocas las personas que, de buena fe, consideran que las Fuerzas Armadas deben actuar. Desde luego no es su misión por mucho que la lectura de un párrafo del artículo 8º de la Constitución determine: "garantizar el ordenamiento constitucional". No estamos en el siglo XIX.

¿Qué debemos hacer todos los que sentimos esta falta de rumbo? Sobre unos puntos de soldadura firmes como son la Monarquía, la Justicia, Fuerzas Armadas y CFSE, instituciones no asaltadas ni colonizadas como Reales Academias, Registros y Notarías, empresas con vocación de servicio, medios valientes y responsables, ONG,s sociales, muchas relacionadas con la Iglesia Católica, reforzar los anclajes existentes, establecer lazos de honestidad, solidaridad, respeto y vergüenza. No descartar formaciones políticas que aseguren estar dispuestas a una relectura en positivo de la Constitución, a un cambio de Ley Electoral, a reponer los valores de las culturas del esfuerzo, del ahorro, del sacrificio, de la solidaridad y respeto entre españoles.

Todo, menos cruzarnos de brazos y votar por la abstención.

Artículo publicado en "La Razón" el jueves 29 de mayo.