En pocas palabras

La falsedad de las promesas

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Escribo esto en una tarde calurosa de esas que nos regala la naturaleza cuando quiere hacernos creer que esto es como el verano, para luego pasarnos a la sombra y pillar algún constipado. Digo esto porque soy gran defensor que bajo los efectos del sol y altas temperaturas no deberían ser tomadas decisiones importantes, ni siquiera plantearlas porque lo más probablemente es que se fundan y queden reducidas a meras intenciones que no conducen a ninguna parte. Ello me lleva a reconducir un antiguo hilo latente desde hace mucho tiempo y que no es otro que la necesaria edificación de la Comisaría de Policía de Mahón y fíjense que digo edificar y no arreglar. Hace unos día hemos podido ver algunas fotografías sobre su deplorable estado, aspecto que no es cosa de ahora sino múltiples defectos que se han ido multiplicando con el paso de los años y cuyas voces pidiendo soluciones han ido cayendo en saco roto. Quienes tienen las soluciones, los de más arriba, han estado haciendo oídos sordos a las peticiones urgentes de los agentes que ocupan esas dependencias y solo algunas chapuzas se han ido otorgando en cuentagotas con el fin de calmar malestares. Luego, eso sí, querremos que los agentes acudan raudos a salvarnos de los malhechores y a velar por la seguridad de nuestros bienes y familias. Si del dicho al hecho hay un buen trecho y que obras son amores y no buenas razones, aquí tenemos un claro ejemplo. Déjense ya de absurdas razones y actúen ya.