Levantando el velo

El Congreso del PP: Recuperar España

TW

En momentos de crisis institucional, degradación moral y descomposición del orden constitucional, los partidos con vocación de Estado tienen el deber de dar un paso al frente. La situación de España exige una respuesta clara, firme y estructurada. Y esa respuesta debe empezar con un gran Congreso Nacional del Partido Popular que presente a los españoles una alternativa de Gobierno valiente, regeneradora y profundamente comprometida con el interés general.

Pedro Sánchez ha sumido a España en una deriva que solo puede calificarse de suicida. En lugar de gobernar para todos, ha hipotecado el Estado a cambio de su supervivencia política, entregando los mandos de la nación a fuerzas abiertamente contrarias a su existencia, tales como ERC, Bildu, Sumar, PNV, BNG o Compromís que no creen en España, ni en su unidad, ni en su Constitución, pero hoy deciden nuestras leyes, nuestros presupuestos y nuestro destino. Este modelo no solo es indigno: es inmoral e insostenible.

Para salir de este atolladero histórico, hacen falta ideas claras y voluntad política. El Congreso del PP debe ser el punto de partida de un nuevo proyecto nacional, que bajo mi modesta opinión de militante de base, debe pivotar en cinco pilares:

1. Regeneración democrática y lucha contra la corrupción

Decía Diógenes: «Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto».

La corrupción es el veneno lento de toda democracia. En su forma moderna, no se limita al dinero bajo la mesa: se expresa en el nepotismo, en las redes clientelares, en los nombramientos por carnet. La España de hoy necesita una regeneración profunda: transparencia, control externo, límites reales al abuso del poder. No podemos tolerar que el Estado se convierta en el cortijo de una élite política que reparte cargos y fondos públicos como quien administra un feudo. Pedro Sánchez ha perdido la vergüenza y el pueblo el respeto por España. Y esto es muy grave y letal para su futuro como nación.

2. Restauración de la separación de poderes

Uno de los pilares esenciales de toda democracia moderna y sana es el equilibrio entre poderes. Hoy, ese equilibrio ha sido triturado. El Gobierno controla el Parlamento, nombra al fiscal general, bloquea la renovación del Poder Judicial y manipula el Tribunal Constitucional con fines partidistas. El resultado es claro: inseguridad jurídica, desprestigio institucional y ciudadanos indefensos frente al poder. Como nos advierte Aristóteles: «La ley es la razón libre de toda pasión». Es urgente pues blindar la independencia judicial, despolitizar las instituciones de control y rescatar el principio de legalidad y legitimidad como fundamento de toda acción pública.

3. Derogación de las leyes ideológicas y defensa de la libertad

Desde hace años, asistimos a un proceso de ingeniería social sin precedentes: leyes que imponen una visión única de la historia, la identidad y la moral; normas que penalizan la disidencia; reformas que introducen conceptos ideológicos en las aulas y en los juzgados. Este tipo de legislación divide a la sociedad, impone dogmas y erosiona derechos fundamentales.
Es necesario, es imprescindible e irrenunciable que el PP se comprometa a eliminar esta arquitectura ideológica y a devolver al Estado su neutralidad moral. Porque sin libertad de pensamiento, no hay ciudadanía, sino obediencia y sumisión.

4. Racionalización del Estado de las Autonomías

España es hoy un país desigual y desorganizado. No por culpa de la diversidad, sino por la cesión constante de soberanía a cambio de votos. Algunas comunidades niegan el idioma común, otras disfrutan de privilegios fiscales, y otras imponen modelos educativos incompatibles con el espíritu constitucional. Esta España fragmentada no funciona. Y peor aún: es injusta.
Ya lo defendí en mi libro «Hablando claro», publicado en el 2016. Ha llegado el momento de racionalizar el modelo territorial. El Estado debe recuperar competencias estratégicas, eliminar duplicidades y establecer un nuevo pacto de solidaridad y corresponsabilidad entre regiones. Acudo nuevamente a las sabias palabras de Aristóteles cuando nos dice: «La medida de una comunidad política está en el bien común, no en la suma de intereses particulares». Sobran comentarios.

5. Recuperación del liderazgo internacional de España

La política exterior ha sido sacrificada en el altar del tacticismo interno. Mientras Sánchez negociaba con Puigdemont y buscaba alianzas con populistas latinoamericanos, España iba perdiendo peso en Europa y renunciando a sus intereses atlánticos. Eso por no hablar del abandono de su papel en Hispanoamérica. Ya no influimos. Ya no lideramos. Apenas existimos.
Una de las apuestas del Partido Popular en el Congreso nacional debe ser la de comprometerse a restaurar el prestigio internacional de España con una política coherente, seria y alineada con las democracias liberales que defienden la libertad, el derecho internacional y la prosperidad compartida. «Un Estado que no se defiende, no es libre; un pueblo que no se respeta a sí mismo, no es digno». Esta afirmación no es mía, la pronuncio Pericles

En definitiva, España vive una encrucijada: o seguimos por la senda de la división, el clientelismo y el declive institucional, o construimos un nuevo proyecto de nación basado en la libertad, el orden constitucional, el mérito, el esfuerzo y la reconciliación.

Mi apuesta es clara: el Congreso del PP debe ser el primer paso para devolver la esperanza a los españoles. Pero para eso no basta con ser una alternancia: hace falta una alternativa. Una alternativa que no administre ruinas, sino que reconstruya los cimientos. Una alternativa que no prometa lo imposible, sino que ofrezca lo necesario. Una alternativa que no se pliegue al poder, sino que lo someta al bien común. Una alternativa que no tenga complejos, sino firmeza y valor en llamar las cosas por su nombre.

España no puede esperar más. Y el Partido Popular no puede ni debe fallarle. Se trata de recuperar España.