Últimamente brotan -cual setas- paradojas a mi alrededor. Por comenzar por algún punto, vayamos a oriente próximo. Se supone que los nazis están en contra de los judíos, y los progres en contra de los nazis. La lógica nos haría inferir que los progres están por ende a favor de los judíos.
Ahora bien, en los momentos actuales la progresía está en contra de los judíos, mientras los nazis (esto es, todos los que no son progres, según consenso sociata) parecen manifestarse continuamente a favor de Israel. Aparenta que en este punto, los buenos y los malos se están haciendo la picha un lío. (Si quieren mi opinión en este asunto- aunque nadie me la ha pedido- es que, sin ser yo progre ni nazi, antisemita ni sionista, matar niños no me parece humano).
Más cerca, el GOB se supone que vela por mantener la isla protegida contra agresiones ambientales. Sin embargo parece que no hacen ascos (ignoro si incluso alientan) a la devastación de una enorme (y preciosa) superficie dedicada hasta ahora al pasto, en la que siguen instalando toneladas de metal brillante que rompe por completo el encanto de nuestros paisajes rurales.
Supongo que tal atentado se ampara en el hecho de que las placas solares producen energía limpia. Correcto, pero en una isla donde el aire es cien veces más puro que en cualquier ciudad, el valor del paisaje debiera ubicarse en un rango superior. Quiero decir que nada objetaría yo si las placas se instalasen en tejados, en polígonos industriales, en techados de parkings, pero no (por amor de Dios) en el Camí de Cutaines o en Es Migjorn Gran. La obtención de energía solar es deseable, desde luego, pero con unos límites que debería imponer el sentido común. A nadie le parecería bien (supongo) que se instalasen placas solares en todas las parcelas verdes que quedan en el puerto de Mahón con la justificación de que es energía sostenible, verde, renovable y progre. En nuestra circunstancia insular y única (creo que no hay muchos paraísos como en el que vivimos), la belleza del paisaje debería ser un valor a preservar con tanto entusiasmo al menos como la limpieza del aire.
Otra curiosa paradoja: Imaginemos que el novio de Ayuso hubiera defraudado en efecto a Hacienda y tal hecho se demostrase. Apuesto a que aun así habría quien preferiría que no tenga consecuencias, que defenestren al juez que lo juzga, que declaren el juicio nulo por cualquier motivo procesal. Nótese que el tipo, de haber defraudado, lo habría hecho a costa del que desea que no le pillen.
Imaginemos ahora que la esposa del líder supremo, que su hermano, que su fiscal, que algunos de sus ministros, que sus colaboradores más íntimos fueran ciertamente culpables de tráfico de influencias, de prevaricación, de corrupción, de forrarse a costa de mascarillas, de aforamiento express, de pagar prostitutas con dinero público, de enchufar sobrinas en empresas privadas de forma irregular para compensar favores… Imaginemos que todo esto se llega a probar. Estoy también convencido de que miles de energúmenos se alegrarían de que aún siendo culpables, la justicia no llegara a condenarlos y salieran indemnes de sus fechorías. Nótese que todo el gasto que ocasionan tales abusos de poder los paga el mismo contribuyente que desea que no sean pillados los infractores.
Sostengo que la probabilidad de que todas los indicios que señalan a estas pícaras personas sean puras coincidencias, carambolas y malos entendidos, es similar a la probabilidad de que lanzando cincuenta dados al aire, salga el seis en cada uno de ellos.
Si yo no soy completamente imbécil (nunca se debe descartar tal posibilidad), el panorama sobre la presumible sandez patria sería alarmante.
Ustedes leerán estas líneas días después de que yo las envíe a la redacción de «Es Diari», de manera que ignoro si en el intervalo habrán aflorado nuevos despropósitos que obliguen a Patxi (por ejemplo) a contradecirse, urgido por el patético servilismo que caracteriza a los portavoces de la verdad.
Imagino que aquellos que se informan a través de Intxaurrondo y otros lacayos equivalentes no sabrán de qué les hablo. Benditos sean pues.