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Cloacas para principiantes

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Puesto que según asegura el eufórico jefe de la oposición ahora vamos a pasar cierto tiempo en las cloacas (del Estado, de la política, de lo que sea), y el hedor que denuncia se hará insoportable, más vale que los principiantes que nunca han tenido que sobrevivir en tales cloacas, lugar fétido y sin ley, bastante siniestro, conozcan las cuatro reglas indispensables en esos bajos fondos de la política. La primera ley de la cloaca, ya lo hemos dicho, es que en las cloacas no hay ley, aunque sí costumbres y argucias de supervivencia. Conviene observarlas; eso ayuda a no ser detectados, pues si te detectan (y hay casos recientes), la algarabía en la cloaca es colosal. Estás perdido, o incluso perdida. Otra cosa que hay que tener en cuenta es que pese al ambiente insano y fétido del lugar, allí todo el mundo es completamente inocente, y si las leyes del exterior no rigen en la cloaca, a la inversa sucede igual. Lo que acontece en la cloaca, en la cloaca se queda. Estamos hablando de un mundo aparte, donde los culpables siempre son los demás, y hasta que el principiante no se meta eso en la cabeza, mejor que no se mueva mucho, no llame la atención y mire dónde pone el pie. O le pasará como a esa dicharachera y oronda señora Leire Díez, cuya ineptitud y bisoñez de pardilla (pardilla alarmante) la ha liado parda. No se pueden sacar cloacas a la superficie, porque dejan de serlo y te estallan en la cara. ¿Recuerdan aquella enigmática frase del expresidente Aznar, «el que pueda hacer algo que lo haga»? Bueno, pues aunque no tenga que ver con las reglas de la cloaca, y se trata de una deducción personal, debo advertir que ese mandato se cumple a rajatabla en la cloaca. Todo el que puede hacer algo, lo hace, y los culpables siempre serán los demás. Y ya que hemos citado a Aznar, citemos a Mark Twain para compensar. «Nunca discutas con un imbécil. Te hará descender a su nivel, y allí te ganará por experiencia». No estamos hablando de imbéciles, pero el axioma funciona igual con la ultraderecha y las cloacas políticas. Te obligan a bajar de nivel, y ahí su superior experiencia te hace papilla. Siempre. Es la ley de la cloaca, donde ya hemos dejado claro que no hay ley.