Amaya Michelena
Amaya Michelena

Jefa de sección (Domingo)

El rayo verde

Viajar

TW

Viajar está de moda. Incluso da la sensación de que algunas personas lo consideran algo obligatorio, que hay que hacer para no quedarse atrás o fuera de la norma. Forzoso aunque ni siquiera sepas adónde vas y no te importa nada lo que vas a ver. A eso hemos llegado. Y esto afecta a los jóvenes, desde luego, por su dependencia de las redes y pese a sus modestas opciones económicas, pero sobre todo a los mayores, a esa silver economy por la que han apostado las agencias de viajes. El resultado es que los aeropuertos están a tope, parecen hormigueros afanados de personas que vienen y van, con sus maletas a rastras, a menudo luchando con la tecnología por sus escasas habilidades, con el paso renqueante por ciertas dificultades de movilidad, sus canas al viento y el afán de regresar cargados de regalos para hijos y nietos. Es, quizá, un modo de «disfrutar» de la vida al que han renunciado durante décadas de prolongado esfuerzo laboral y ahora se toman la revancha. En esto, como en todo, tal vez sería preferible la mesura, el hacer las cosas con un sentido. Por eso se me han puesto los pelos de punta al leer que AENA invita a las aerolíneas chinas a multiplicar por seis su tráfico en Barajas y el Prat. A ver, todos somos conscientes del potencial del gigante asiático, con sus 1.400 millones de habitantes y una clase media pujante. Pero, ¿el negocio lo justifica todo? ¿Todo vale con tal de ganar pasta? Estamos convirtiendo España en un infierno turístico, de Mallorca ya ni hablemos. He conocido a una señora que se vanagloriaba de que ahora hasta su Ávila natal la quieren vender como destino turístico. Y estaba encantada. No saben lo que les espera. Nosotros vivimos en su triste futuro.