La semana ha dado un salto en el abecedario y ha pasado de la B a la C. Del ‘efecto Bauzá’ de las camisetas verdes al ‘efecto Cerdán’ de la corrupción del número tres del PSOE. Los cambios de signo, como el que se dio con Francina Armengol hace diez años o con Marga Prohens en 2023, traen consigo lo que la psicólogos definen como limerencia o fase de enamoramiento. Se concreta en un idealización hacia el gobierno entrante, gran tolerancia a los errores del recién llegado y ansias de ver resultados del prometido cambio. Atención, porque esa fase dura dos años, que es exactamente el tiempo que ha pasado desde que Prohens ganó las elecciones. ¿Tiene que ver el fin de esa etapa con la reaparición de las camisetas verdes?
Probablemente no, pero la irrupción de la marea verde se ha convertido en una molestia para el Govern de Prohens por su insistencia y, sobre todo, porque busca equiparar a la presidenta con Bauzá y eso es algo que en el PP no gusta nada. Prohens no quiere ser Bauzá. Conoce las consecuencias que tuvo gobernar desde la arrogancia y la imposición y trata por todos los medios de distanciarse de él, pero ahí están las camisetas verdes de nuevo para avisarle de que está bajo vigilancia. Las cesiones que ha hecho a Vox en materia de lengua suponen un nuevo menosprecio al catalán, especialmente porque habrá docentes que no lo necesitarán para poder dar clases, algo que sería inimaginable con el castellano, como ya hay sanitarios que no lo necesitan para atender a los pacientes. ¿Aceptaría Prohens que diera clases de música en Formentera un profesor que no sabe castellano?
Entre la camiseta verde de Vox y la de los docentes, Prohens ha elegido por ahora la de Vox, pero con matices porque hay muchas gamas de verde: ha cedido pero no ha llegado a lo que hizo Bauzá, que eliminó el decreto de mínimos y el catalán en toda la Función Pública. Esas eran las exigencias de Vox para firmar el acuerdo Presupuestario, por cierto. Es muy improbable que las camisetas verdes supongan el fin del Govern de Prohens. Ayudaron a que Bauzá cayera pero el contexto económico era muy diferente.
Prohens no caerá por el catalán, pero sí puede caer por esas cuestiones relacionadas con el fin de la limerencia que se mencionaba al principio del artículo, el final de la tolerancia a los errores del recién llegado y la frustración de ver que no se colman las ansias de cambio. La vivienda y la saturación turística son los desafíos que debe afrontar Prohens, pero también es hora de que imponga su relato y deje de ir cediendo a Vox si no quiere engordar más a la extrema derecha. Así empezaba la semana, con la B de Bauzá, hasta que todo estalló. Ha acabado con la C de Cerdán y con el PSIB en shock. Habrá consecuencias y quién sabe si incluso elecciones.