Llevo 43 años de militancia activa en el Partido Popular. No hablo desde la lejanía, sino desde la vivencia directa de la historia política de nuestro partido. He participado en todos y cada uno de los Congresos Nacionales desde el año 1983. He formado parte, con enorme responsabilidad y sentido del deber, en diferentes ponencias, especialmente las referidas a los Estatutos, al diseño autonómico y a las ponencias políticas que han articulado el pensamiento y el proyecto del PP a lo largo de décadas cruciales para España.
Por ello, recibo con sorpresa —y, por qué no decirlo, con cierta inquietud— la noticia de que Cayetana Álvarez de Toledo no forme parte del equipo redactor de la ponencia política del 21º Congreso Nacional del partido, que se celebrará los próximos días 4, 5 y 6 de julio en Madrid. Y más aún cuando esta ponencia no es una más: está llamada a ser el pilar del pensamiento político, doctrinal y estratégico que el PP ha de ofrecer al conjunto de los españoles, después de siete largos años de un deterioro institucional sin precedentes provocado por el «sanchismo», que no por el socialismo.
En este punto quiero expresar mi profundo respeto a los compañeros y compañeras que han sido designados como responsables de la redacción de esta ponencia. Conozco bien la dificultad de esa tarea. Sé lo que supone articular ideas, armonizar sensibilidades, asumir el peso de representar a toda una organización y a la vez marcar un rumbo claro para el futuro. A todos ellos, les reconozco el mérito y la responsabilidad que asumen. Pero desde esa misma experiencia me permito un consejo sincero: déjense guiar, si no en la forma, al menos en el fondo, por la claridad doctrinal, el pensamiento libre y la sabiduría política de Cayetana Álvarez de Toledo.
No se trata de una figura mediática más. Se trata, a mi juicio, de la cabeza más lúcida y valiente con la que cuenta hoy el Partido Popular para dar contenido a lo que realmente importa: la defensa de la libertad en democracia, la batalla cultural frente al pensamiento único, la reivindicación del constitucionalismo sin complejos, la verdadera separación de poderes y el combate por la regeneración moral e institucional de España. Y no lo digo por simpatía personal, que también, sino porque lo ha demostrado con hechos, con coherencia y con palabras.
Cada miércoles, desde su escaño en el Congreso, Cayetana ofrece algo que escasea en la política española: inteligencia articulada, argumentación precisa y coraje sin estridencias. Y fuera del hemiciclo, en sus artículos, conferencias y entrevistas, ofrece lo que la política necesita con urgencia: pensamiento. No es agitadora, es una pensadora con capacidad de acción. Por eso duele su ausencia en el núcleo de redacción de una ponencia que debería reflejar, al menos en parte, su visión del momento político que vive España.
No sé si se trata de una forma de marginación del pensamiento liberal y racional, o si estamos, simplemente, ante una estrategia de prudencia interna que reserva su colaboración para una etapa posterior. Quiero creer que es esto último. Que una vez esté perfilada la estructura de la ponencia, se le pedirá a Cayetana que la revise, que la pula y que le aporte el sello intelectual y político que solo ella puede dar. Ojalá sea así.
Para reforzar lo que digo, me atrevo a compartir diez frases y pensamientos de Cayetana que, a mi juicio, condensan su visión de la política como arte noble, en busca del bien común:
1. «La libertad no es un regalo: es una conquista que se defiende cada día con ideas y con coraje.»
2. «Una democracia sin verdad es una farsa; y una política sin principios es solo un mercado de ambiciones.»
3. «El adversario no es el diferente, sino el que niega la igualdad ante la ley y la unidad del marco constitucional.»
4. «El nacionalismo es una ideología reaccionaria que divide a los iguales y privilegia a los que gritan.»
5. «La política no es el arte de la supervivencia personal, sino el arte de representar ideas en defensa del interés general.»
6. «Frente al sentimentalismo vacío, necesitamos razones firmes y convicciones claras.»
7. «España no necesita más gestos: necesita ideas, liderazgo moral y una defensa activa de su unidad y libertad.»
8. «No hay democracia sin límites al poder. Y no hay límites al poder sin división real de poderes.»
9. «El populismo no se combate mimetizándolo, sino reafirmando la responsabilidad y la verdad.»
10. «La batalla cultural no es un eslogan: es la defensa paciente y sostenida de los valores democráticos frente al dogma y la imposición.»
Estas palabras, como otras muchas suyas, deberían estar presentes en el espíritu de la ponencia política. Porque no estamos ante un momento cualquiera. Estamos ante un punto de inflexión. Y si queremos que el PP sea una verdadera alternativa de Gobierno y, más aún, de modelo de país, debemos nutrirnos del mejor pensamiento que tengamos a nuestro alcance. Y sin duda, Cayetana lo representa.
Que el próximo Congreso del PP no pase a la historia como una ocasión perdida, sino como el momento en que supimos recuperar el pulso intelectual y moral que España necesita.