Oraciones
Causas y efectos
Algunos estudiosos aseguran que el calor excesivo altera y diluye, incluso evapora, las relaciones entre causas y efectos, ya de por sí problemáticas, de modo que uno de los efectos más aterradores del cambio climático sería, precisamente, acabar con el principio de causalidad, base de la ciencia, el pensamiento y la lógica. Lo que a su vez acabaría con la madre de todas las preguntas, ¿Por qué?, ya que sin causas y efectos no hay porqué que valga. Quizá la casualidad sustituya totalmente a la causalidad, porque sí, anulando de paso la cronología de los hechos, toda vez que las causas, como su nombre indica, preceden necesariamente a los efectos desde Aristóteles, y esa característica las define, mientras que todo lo demás es un embrollo. ¿Por qué? Porque hay muchísimas más causas que efectos, a cada uno le corresponden docenas o centenares de causas, remotas o desconocidas, y el propio David Hume, nuestro filósofo favorito, no se creía eso de la causalidad. Aunque claro, una cosa es no creérselo mucho, y otra que la causalidad desaparezca del mundo por exceso de calor, y se rompa en pedazos la cadena infinita de causas y efectos. Hace años que lo vengo notando, pero tampoco podría asegurar que se deba al calor, o solo al calor, necesitaré al menos seis años más para confirmarlo. Eso sí, que pasan cosas raras con las causas y los efectos (más que de costumbre), es indudable, y a todos se nos acumulan los porqués igual que vajilla sucia en el fregadero. ¿Por qué abundan las causas, como los corruptos del PSOE, o la masacre de Gaza, o el presidente de Estados Unidos, que en lugar de los efectos lógicos provocan otros, o ninguno? ¿Por qué, si hay muchísimas más causas que efectos, vemos tantos efectos sin causa aparente? Esto empezó con el famoso Efecto 2000, un efecto porque sí, y ahora tenemos el efecto inmigración, convertido en causa política de primer orden. Sí, los efectos siempre acaban a su vez siendo causas, y así sucesivamente, y aunque muchos los confunden y se montan unos líos colosales (en Madrid, por ejemplo), bastante peor es que ya no existan causas ni efectos. Un mundo impensable. Por el calor, por la tecnología, porque sí. Yo qué sé por qué.
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