Asistentes al evento toman fotografía durante la inauguración de la exhibición "Maria Callas: A Woman, a Voice, a Myth " (María Callas: Una Mujer, Una Voz, Un Mito) en Westwood, California. | Efe

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Más de 50 años después del debut de María Callas en Los Angeles, el espíritu de «La Divina» regresó anoche a esa ciudad gracias a una exhibición «de valor extraordinario» con vestidos y joyas de sus actuaciones y con algunas de sus pertenencias más preciadas.

La muestra, que reúne también fotografías, documentos inéditos, libros y cartas, llega a Los Angeles tras haber recorrido desde 1993 ciudades como Nueva York, Atenas, Roma, Tokio o México, tal y como explicó a Efe Bruno Tusi, presidente de la Asociación María Callas en Venecia (Italia).

Entre los vestidos más llamativos de la colección sobresale el granate que portó la gran soprano durante la interpretación de la ópera «Tosca», de Puccini, en escenarios como el Covent Garden de Londres (1964), la Opera Nacional de París o el Metropolitan de Nueva York (ambas en 1965).

También destaca el flamenco en color amarillo que llevó como Rosina en «El barbero de Sevilla» de Rossini, en La Scala de Milán (1956); las diferentes tonalidades de verde para «La Traviata» de Verdi, en Nueva York (1966); el turquesa para su última actuación en Londres (1974), o el rojo claro de la última vez que se subió a un escenario, en Tokio (1974).

Un total de 21 vestidos valorados en más de dos millones de euros y decenas de joyas, tanto personales como usadas sobre el escenario, componen una exhibición que para Francesca Valente, directora del Instituto Italiano de la Cultura (IIC), supone «un tesoro perdido».

Entre esas joyas destaca la corona que lució en el filme «Medea» (1969), de Pier Paolo Pasolini, o las diademas que llevó en la ópera «Norma» de Bellini, o en «Tosca».

«Aquí hay vestidos y joyas de valor extraordinario que muchos nunca jamás podrán volver a ver. Callas los llevó en recitales inolvidables. Después la exposición irá a San Francisco y Montreal (Canadá), y no volverá a salir de Venecia», indicó Valente a Efe.

La muestra descansará a partir del año que viene en un museo dedicado a Callas en el barrio de Cannaregio, en el corazón de la ciudad de los canales.

«Nos gusta pensar que la gran soprano del pasado siglo pertenece a Italia, ya que nuestro país la convirtió gradualmente de una tímida e insegura chica greco-estadounidense, nacida en Nueva York, en una artista rompedora y diva sofisticada», confesó Valente.

«Lo cierto es que Callas no pertenece a EEUU, Grecia ni Italia, sino a todo el mundo. Su legado es universal», agregó.

Durante la presentación de la exhibición también se dio a conocer el lanzamiento del libro «La joven María Callas», un diario con extractos escritos por la diva, cumplimentado por los recuerdos de amigos íntimos a través de sus triunfos y sus estragos.

Al evento acudió James Conlon, director musical de la Opera de Los Angeles, que llevó a cabo una lectura sobre Callas y Richard Wagner, el compositor que más brillo extrajo de la voz única de la soprano.

Conlon recordó la experiencia personal que tuvo con la soprano y que le marcó para siempre.

«La conocí en mi último año en la escuela Juilliard. Me había visto ensayando una producción de La Boheme y le recomendó al presidente que yo reemplazara al director de orquesta, que se había retirado. Su impacto en mi vida, tanto en lo artístico como en lo personal, ha sido inmenso», manifestó.

También se recordaron las palabras del tenor español Plácido Domingo sobre Callas: «Si pienso en María Callas tengo un remordimiento: haber llegado tarde para haber tenido la experiencia de cantar junto a ella».

La muestra «María Callas: una mujer, una voz, un mito», estará abierta al público desde hoy y hasta el 23 de abril en la sede del IIC de la ciudad californiana.