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Hace ya algún tiempo que Julián Contreras está apartado de la vida pública. Y aún sigue. Sin embargo, el huracán que ha significado el documental de Rocío Carrasco en el que habla de sus últimos 25 años ha generado un reguero de reacciones entre las que también se incluye el hijo de la malograda Carmina Ordóñez.

Así, a través de los stories de Instagram, el más pequeño de los hijos de Carmina ha querido comentar abierta y ampliamente lo que para él significaron las palabras de Rocío y su denuncia pública de haber recibido malos tratos por parte de Antonio David Flores.

"Aquellas personas que me siguen saben que no acostumbro a comentar, activamente, los sucesos sociales. Mucho menos los televisivos. Esta mañana, al despertarme, tenía una cantidad asombrosa de mensajes con relación a la emisión de anoche. Fue mucha gente la que vio cierta similitud con la lamentable situación que vivió mi madre en su día", introduce el joven en un escrito en los stories.

"Personalmente, no puedo más que sentir, de todo corazón, el dolor tan inmenso que padece su protagonista. Nuestras familiares se quisieron y trataron mucho. Y yo, guardo un entrañable recuerdo de esos años. Pero mi análisis pretende ir mucho más allá. Siempre he estado en contra de una frase: 'La justicia debe ser ejemplar'. En mi opinión, debe ser justa. Aquellos que la aplican, deben tener el rigor necesario para hacerlo con acierto. Pero, aún así, todos somos seres humanos y no siempre se consigue. ¿Eso convierte en mentira algo que no se ha demostrado en un juicio? A mi parecer, no. Si alguien me roba, pero no consigo demostrarlo, no lograré una condena. Pero a mí me han robado igualmente... Quizás, no haya conseguido pruebas o sean insuficientes. ¿Acaso no ha habido inocentes en el corredor de la muerte? La justicia, a veces, falla en ambas direcciones. Pero la experiencia está ahí", reflexiona.

Julián comenta, además, que él lo ha vivido en primera persona junto a su madre, fallecida en 2004. "Y lo digo, como testigo directo de unos malos tratos, físicos, psicológicos y emocionales que quedaron impunes. Con una víctima, silenciada e ignorada, porque su percepción social, no era la de una mujer maltratada… Aquello fue demoledor, os lo aseguro".

Además, desvela que no vio el documental por lo que le hizo sentir. "Me remueve, me duele e incómoda ver sufrir a una persona. Y esta mañana, intentando saber más, vuelvo a tropezar con un comportamiento nauseabundo, cruel y mezquino, que necesita un reflexivo reciclaje cuanto antes".

Y hace una reflexión por las críticas de cierta parte de la audiencia. "Un testimonio no se convierte en falso o verdadero, según sea remunerado o no. Basta de esa hipocresía, cruel y cobarde, que consiste en consumir y condenar".