La marquesa de Griñón viajó con una pariente de su ex prometido, Natalia Onieva.

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En tiempos de tribulación cada cual busca su propio refugio, un lugar donde alejarse del ruido, del ajeno y del que nace desde el interior. Tras su mediática ruptura con Iñigo Onieva, que durante semanas copó páginas y pantallas, Tamara Falcó ha encontrado amparo en la fe y en su familia. La marquesa de Griñón ha realizado su primera peregrinación al Santuario de Nuestra Señora de Lourdes junto a los voluntarios de la Hospitalidad de la Virgen de Lourdes de Madrid y en compañía de Natalia Onieva Segovia, una pariente de su ex prometido.

«Gracias a la Hospitalidad de Madrid por brindarme esta oportunidad única de peregrinar a Lourdes. ¡No la voy a olvidar jamás y espero que sea la primera de muchas! Vuelvo a Madrid feliz», compartió en sus redes sociales la hija de Isabel Preysler y el fallecido Carlós Falcó. Tamara ha peregrinado al santuario con la vestimenta característica de los auxiliares de la Hospitalidad de Madrid, compuesto por una bata azul marino con el cuello y los puños en blanco, un delantal y una cofia blanca, además del típico cinturón elástico azul marino, que porta una hebilla dorada de la Hospitalidad.

«Ha sido un despertar espantoso, pero, al mismo tiempo, pienso en el perdón. No siento odio hacia él, me da pena», dijo Falcó en el XIV Congreso Mundial de las Familias, celebrado en México a principios de octubre. Como ya ha constatado en otras ocasiones, Tamara Falcó es una gran devota: el pasado verano visitó a la Virgen de Medjugorje, en Bosnia, y en marzo fue al Vaticano, donde le entregó al Papa Francisco una imagen de la Virgen de la Alegría. Mientras Tamara se encontraba en Lourdes, Íñigo Onieva se encontraba a más de 3.000 kilómetros de distancia, recorriendo Turquía con su madre, Carolina Molas, su gran apoyo tras su ruptura. No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista.