Un momento de la actuación de Suecia. | PHIL NOBLE

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Llegó, vio y venció. Once años después de arrasar en Bakú con Euphoria, la cantante sueca Loreen ha vuelto a ganar el festival de Eurovisión con su nueva propuesta, Tattoo. Logra así para Suecia la séptima victoria, igualando el récord que hasta ahora ostentaba Irlanda. Favorita en quinielas, rankings y apuestas de pago desde que ganó el Melodifestivalen en marzo, la sueca ha cumplido las expectativas tras unos discretos primeros ensayos y problemas para adaptar su escenografía al escenario de Eurovisión que hicieron dudar de su clara victoria. Logra 583 puntos: 340 puntos del jurado y 243 del televoto. Por detrás de ella han quedado otros favoritos como el finlandés Käärijä, que con su frénetico Cha cha cha ha logrado la segunda plaza, y ganando el voto del público; Israel, con Noa Kirel y Unicorn, terceros; Marco Mengoni cuarto por Italia; y Noruega alcanza la quinta plaza.

Tattoo, coescrita y producida por dos de los productores que ya intervinieron en Euphoria, que le dio el triunfo a Suecia en 2012, lo que para muchos ya era un claro indicio de triunfo para la nórdica, repetía la fórmula de su canción más famosa: una letra sencilla pero hipnótica, una sintonía electrónica que te hace bailar a la primera nota y, sobre todo, una puesta en escena que atrapa por la espiritualidad que la cantante impregna en todo lo que hace.

Loreen, en el momento del anuncio de su victoria.

Como curiosidad, Loreen se ha convertido en Liverpool en una de las dos personas que han ganado dos veces el Festival de Eurovisión. El otro es Johnny Logan, cantante y compositor australiano nacionalizado irlandés. Ganó su primer festival en 1980 con la canción What's Another Year? y lo volvió a hacer en 1987 con el tema Hold Me Now; además, el irlandés tiene una tercera victoria más, esta vez solo como compositor, que logró en 1992 con la cantante Linda Martin poniendo voz a su letras. Loreen es la primera mujer en conseguirlo y la primera persona del siglo XXI en apuntarse la hazaña.

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A pesar de los agoreros, el flamenco sí ha gustado en Eurovisión. Blanca Paloma, casi una desconocida hace unos meses, ha cumplido a medias las expectativas puestas en ella tras vencer en el Benidorm Fest y ha logrado un 17º puesto con Eaea, su flamenco electrónico con el que la ilicitana que quería rendir a sus raíces, a sus yaya Carmen, así como un homenaje a Remedios Amaya, representante española en 1983, y que con su mítico Quién maneja mi barca que quedó ultima en esa edición con 0 puntos. Jamás volvió España este género a Eurovisión.

Una actuación portentosa y una realización cuidadísima nos han permitido soñar con la victoria, aún así el 17º puesto permite a España mantenerse entre los mejores del festival, tras el tercer puesto de Chanel el año pasado, y tras años de descalabros que situaban a nuestro país en el vagón de cola del certamen musical más mediático del mundo. Lo dicen los expertos, estamos en el buen camino para traer a España el tercer Micrófono de Cristal tras 54 años sin conseguirlo. Blanca Paloma ha logrado 95 puntos del jurado, pero tan solo 5 del televoto. ¿Qué ha ocurrido? Habrá que estudiarlo los próximos días.

Dress rehearsal ahead of the Eurovision Grand Final in Liverpool
Imagen de la actuación de España.

El finlandes Käärijä no ha dejado de llamar la atención del público desde que fue elegido para representar a Finlandia en el UMK, la preselección de su país, Allí arrasó en el televoto local con su frenético Cha cha cha y una actuación basada en su carisma, su gesticulación y acompañado por dos parejas de baile de salón muy peculiares. Su actuación le ha permitido acariciar la victoria, pero se ha tenido que 'conformar' con una meritoria plata, el mejor resultado logrado por su país después de triunfar con los 'monstruosos' Lordi y Hard rock hallelujah allá por 2006, en Grecia.

El resto de países que han conformado el top 10 de la 67ª edición del festival de Eurovisión lo han conformado, además, Ucrania, Bélgica, Estonia, Australia y Chequia.