Juan José Morales Ruiz lleva más de cuarenta años estudiando la historia de la masonería en España.

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El doctor en Ciencias de la Información por la UAB y profesor del máster de historia de la masonería en España y América de la UNED, Juan José Morales Ruiz, hablará mañana, a las 20 horas, sobre «La masonería en Menorca en los siglos XVIII, XIX y XX. Memoria de un silencio», en un acto organizado por la Fundació Rubió que tendrá lugar en la Sala de Actividades del Claustre del Carme, en Maó. El conferenciante, que fue director del diario «Menorca» entre el 1 de enero de 1979 y el 28 de febrero de 1981, será presentado por el periodista y licenciado en Sociología por la Universidad Pontificia de Salamanca, Sebastià Rotger.

¿Qué peso o influencia ha tenido la masonería en Menorca a lo largo de la historia?

—El peso fundamental de la masonería en Menorca es después del siglo XVIII, de la dominación británica, probablemente antes, pero por lo menos después en el siglo XIX vive esa dicotomía entre una sociedad laica y una sociedad confesional.La masonería es un elemento de esa sociedad laica que se encuentra muy combatida por ese otro mundo que es el mundo confesional. No es exclusivo de Menorca, en absoluto, pero sí que es característico el hecho, yo mismo me decía hace cuarenta años que en el Archivo de Salamanca la documentación que tenemos de Mallorca, Menorca, Eivissa y Formentera es enorme, pero sobre todo lo es la de Menorca.

¿A qué obedece este hecho?

—Menorca tiene un puerto, que es el de Maó, que es universal, superabierto y ha tenido siempre a lo largo de poco más de 2.000 años una influencia, una apertura... No es una ciudad encerrada, no estamos en Toledo, por poner un ejemplo, estamos más próximos a la mentalidad que puede tener la ciudad de Barcelona o la de Sevilla, porque son puertos, porque tienen una visión universal, internacional. Fíjese, por ejemplo, que los pilotos maoneses son conocidos a nivel internacional por su capacidad de navegación, estos señores son muy abiertos, de hecho hay una cantidad enorme de menorquines que vivieron en Gibraltar en determinadas etapas de persecución por sus ideas liberales, sus ideas masónicas, evangélicas, protestantes...

¿Cómo define la masonería?

—La masonería es una institución basada en la libertad, en la igualdad, entonces choca con una historia de nuestro país que se ha caracterizado por todo lo contrario. Muchos de los líderes de la masonería de Menorca van a vivir después en Cuba, en    Puerto Rico, en Filipinas, y van a caracterizarse por defender una sociedad más libre, más democrática, más abierta, frente a esa visión tan tremendamente negativa, terrorífica de la masonería.

¿Cuál fue la actitud de Franco frente a la masonería?

—Fundamentalmente, el 11 de enero de 1938, en plena Guerra Civil, hay un telegrama del Cuartel General del Generalísimo, ese telegrama de su Estado Mayor se dirige al Jefe de Seguridad Interior de orden público e inspección de fronteras y gobernador general del Estado en el que se insta a «que se proceda a la recuperación de cuantos documentos, emblemas, insignias y demás objetos relacionados con la masonería que se hallen en poder de particulares o centros políticos y sociales. Todo lo que se recupere bajo inventario se enviará a la Delegación Nacional de servicios especiales en mi secretaría particular en Salamanca». Toda la documentación la quiere tener Franco, porque realmente está muy, muy, obsesionado con este tema, con este enemigo gigantesco.

Una obsesión que permaneció hasta el fin de sus días, ¿no?

—Asegura que «desde el primer día de nuestra Cruzada tomamos por norte el destruir en España la planta parásita de la masonería y esta lucha que emprendimos tuvo una repercusión mucho más amplia de la que nos podíamos imaginar ya que tenía una extensión, una fuerza, una raigambre y un peso inimaginable para los que la desconocen». Ciertamente, Franco estaba obsesionado con este enemigo. Hasta que no se murió Franco, todavía en su último discurso, habla de la masonería, estaba absolutamente obsesionado con el tema y creía que era un enemigo que no se rinde.

¿Qué logia destacaría de las que hubo en la Isla?

—Nos interesa mucho la logia de los Amigos de la Humanidad porque desgraciadamente a continuación después de la Guerra Civil española la brutal represión que sufrió la masonería en España y en Menorca, estas personas a pesar de que cuando les hacen un expediente antimasónico probablemente ya tenían ciento y pico de años o ya habrían muerto hacía años, los condenaron a 30 años de cárcel, fue una brutalidad tremenda. Personas que habían fallecido muchísimo antes de la Guerra Civil, sin embargo, fueron condenados y fueron perseguidos por el franquismo.

¿Algún ejemplo de un menorquín?

—En el caso de Joaquín Morro Suaus, que fue venerable maestro de la logia Hermanos de la Humanidad, llevó una trayectoria muy grande, a pesar de haber fallecido en 1905 fue procesado por el Tribunal de Responsabilidades Políticas y lo condenaron nada más y nada menos que a 30 años de cárcel, además al pago de un millón    de pesetas que tienen que pagar los herederos. La hija de este señor, que era un industrial, tenía una tienda de calzado en Maó, y que no era millonaria, era una persona normal. Tengo muchísimos casos desgraciadamente de personas que todos habían fallecido, por lo menos hacía 50 años.

¿Cómo cuáles más?

—Cuando se inicia el proceso de Antonio Blanco Jover tenía 80 años, fue de dos logias de Maó, y se le condena a 30 años de cárcel. En el Archivo de Salamanca se indica que había nacido en 1868 en Maó, y había fallecido hacía años y se le condena a 30 años de    cárcel. El fiscal se queja, como buenamente puede, del Tribunal Especial de Represión de la Masonería se le ocurre hacer un comentario en 1941 diciendo ‘de todas las maneras a ver si no nos pasamos, porque da la sensación de que en lugar de ser ejemplar pues estamos haciendo la risa’.

El titulo de la conferencia tiene el añadido de ‘Memoria de un silencio’, ¿Por qué?

—Eso sí que lo puedo asegurar y es que han pasado muchos años pero hay un silencio, no se quiere hablar, nadie se atrevió hasta hace tres días como quien dice a preguntarle al abuelo o al padre sobre si los antepasados habían sido masones, no se hablaba de ese tema, se puede hablar de la Unión Europea, de lo que sea, pero de la masonería a nivel familiar parece un estigma, como una especie de coronavirus, de cáncer, cuando en realidad estos señores pues eran masones en un momento en el que no era ningún delito, ninguna cosa rara.

¿Y en el extranjero?

—En realidad choca porque yo he tenido que dar unas conferencias en Roma, en Gibraltar, en Francia, en Italia, y la masonería allí no tuvo un Franco, y por tanto es como ser miembro de un club de golf o de ajedrez, por decirlo de alguna manera. En cambio, aquí tiene una carga negativa.