Demasiado fácil de entender
Hay cosas muy complejas, con numerosas incógnitas y pocas ecuaciones, que al ser complicadas de entender y muy difíciles de resolver, generan grandes polémicas políticas, científicas y filosóficas. Y mucha palabrería, desde luego. El cambio climático, por ejemplo, o el asunto de los muy ricos y los muy pobres. También la vida y la muerte, el bien y el mal, la verdad y la mentira. Todo eso. Estos grandes temas, bastante literarios, se dejaban históricamente en manos de Dios (de las religiones), y como Dios es eterno, pues los eternizaba. Pero también se eternizan, y provocan colosales disputas, cosas tan simples que, al ser demasiado fáciles de entender, no hay forma de que se entiendan. Ni de llegar a ningún entendimiento, por más palabrería que les echen. Lo de la inmigración y derivados, por supuesto, que siendo un problema de toda la vida, en la actualidad y gracias a las exultantes ultraderechas occidentales, es desde hace años el único tema del día, de cada día, el gran señuelo electoral, y la mayor fuente de conflictos, no sólo fronterizos. Los inmigrantes desesperados se ahogan a millares en cayucos, y para muchos de nuestros obtusos dirigentes, si no se ahogan es peor, porque ni siquiera entre nuestras comunidades autónomas hay acuerdo para la acogida y reparto solidario de menores migrantes.
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