El culebrón de la inscripción de Dani Olmo el último día de 2024 devuelve al Barça a su auténtica esencia, la del disparate, con la que me crié en los 70 y 80, justo antes de la llegada de Cruyff como entrenador. Porque ese Barça era un club que si montaba un circo le crecían los enanos, todo era adverso y lleno de fatalismo mientras en la capital no había más que orden, lujo y victorias. En aquel entonces, el Barça, pese a su poderío económico, lo lanzaba todo por la borda cuando nadie se lo esperaba y algo similar ha sucedido ahora con dos salvedades: el ridículo es todavía mayor y ya no existe aquella fortaleza que cimentó aquel presidente algo llorica apellidado Núñez. Ahí radica el peligro porque el Barça, en caída libre a nivel de dirección y de prestigio, podría convertirse en un equipito cualquiera.
tribuna
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07/01/25 4:00
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