Algunos padres utilizan la protección solar de sus hijos y no siempre es adecuado.

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A la hora de elegir la protección solar que empleamos para los niños, lo habitual es decantarse por la mejor, con la finalidad de evitar las quemaduras de la piel de los más pequeños. Esto lleva a pensar que si un adulto utiliza la crema de un infante estará más protegido. Sin embargo, Cristina Nadal, dermatóloga del Hospital de Son Llàtzer, advierte que en el caso de «los niños menores de 2 años se desaconseja la exposición solar directa y algunos de los fotoprotectores pediátricos no llevan filtros orgánicos (antes llamados químicos); sólo contienen los inorgánicos o minerales antes llamados físicos) con los que a veces no se obtiene una FPS 50».

No obstante, matiza que «en muchos otros fotoprotectores pediátricos, que contienen ambos filtros, sí se consigue la protección adecuada». Por tanto, es fundamental comprobar que las cremas llevan filtros inorgánicos o minerales antes de ser empleada por adultos, e incluso, por otros niños que sí se exponen al sol de forma directa.

Cáncer de piel

La doctora insiste en que «es muy importante garantizar una protección total en la infancia, evitando el sol del mediodía y asociando medidas barrera: ropa ligera, pero tupida; gafas y gorros, etc.». En este punto, destaca que «está demostrado que las quemaduras solares en la infancia se asocian a un riesgo mayor de padecer cáncer de piel en la edad adulta».

La dermatóloga también insiste en la necesidad de emplear cremas que se encuentren en buen estado. Muchas personas usan las del año anterior y si están caducadas no son tan efectivas. «Hay que utilizar el producto por el tiempo máximo que garantiza el fabricante en la etiqueta, que vendrá dado por el tiempo indicado dentro del dibujo donde aparece un esquema del bote abierto. De lo contrario, corremos el riesgo de que la protección no sea adecuada y nos quememos», concluye.