Los huevos forman parte de una dieta equilibrada. | Freepik

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En la rutina diaria de nuestras cocinas, el huevo ocupa un lugar privilegiado por su versatilidad y valor nutritivo. Sin embargo, enfrentamos el desafío común de determinar su frescura antes de usarlo en nuestras preparaciones. Aunque no existe un método infalible para saber si está en mal estado sin romperlo, sí hay varias técnicas recomendadas por expertos que nos pueden ayudar a evitar una mala experiencia culinaria.

1. La prueba del agua: un clásico infalible

Uno de los métodos más antiguos y confiables para verificar la frescura de un huevo es la prueba del agua. Simplemente llena un recipiente con agua fría y colócalo dentro. Si se hunde y se queda en el fondo, está fresco. Un huevo que se quede en el fondo pero de lado también está bastante fresco y seguro para su consumo. Por otro lado, si se hunde pero se mantiene en un ángulo o se levanta del fondo, está más viejo pero aún podría consumirse. Sin embargo, si flota en la superficie, definitivamente está en mal estado y no debe consumirse. Este fenómeno se debe al aumento de aire dentro del huevo a medida que envejece, lo que hace que sea menos denso.

2. Inspección visual y táctil del cascarón

Antes de proceder a usar un huevo, es fundamental inspeccionar el cascarón. Uno fresco debe tener una cáscara lisa, limpia y sin grietas. Un cascarón pegajoso o con manchas puede indicar una filtración interna, signo de que está en mal estado. Además, cualquier irregularidad en la cáscara como grietas o rupturas es una clara señal de que podría estar contaminado con bacterias y debe ser descartado.

3. Sacúdelo cerca de tu oído

Un truco menos conocido pero efectivo consiste en sacudir suavemente el huevo cerca de tu oído. Si escuchas un sonido líquido dentro, podría estar en mal estado. Uno fresco no debería hacer ruido alguno, ya que su contenido interno está más compacto y menos susceptible a moverse libremente.

4. El olfato, un aliado subestimado

Aunque esta técnica requiere romper el huevo, es una forma definitiva de confirmar su estado. Al abrirlo, un olor desagradable es indicativo inequívoco de que no es apto para el consumo. Es importante realizar esta prueba tan pronto como se rompe para evitar contaminar otros alimentos o utensilios de cocina.

5. Verificación de la yema y la clara

Después de romper el huevo, observa la consistencia de la yema y la clara. En un huevo fresco, la yema debe ser abultada y mantener su forma, mientras que la clara debe ser espesa y no dispersarse fácilmente. Si la yema está aplanada o la clara se extiende mucho, el huevo ha perdido frescura y podría no ser ideal para todas las recetas, especialmente aquellas donde la textura es crucial, como en merengues o mousses.

Determinar la frescura de un huevo antes de usarlo en la cocina es importante para garantizar no solo el éxito de tus platos, sino también la seguridad alimentaria. La combinación de estos métodos proporciona una excelente guía preliminar para evaluar su calidad. Recuerda siempre priorizar el sentido común y errar en el lado de la precaución cuando se trata de consumir alimentos que podrían estar en mal estado.