Mario Draghi - Reuters

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El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, justificó ayer su posible intervención en el mercado de deuda por la necesidad de reducir el riesgo de fragmentación de la eurozona. Sobre la labor de supervisión de la institución, Alemania considera que el BCE sólo debería concentrar su atención en los grandes bancos, rechazando así el plan de la Comisión Europea de supervisión de todos las entidades de la eurozona.

Draghi sostuvo, en una comparecencia a puerta cerrada ante la comisión de Asuntos Económicos de la Eurocámara, que la compra de títulos a corto plazo -hasta tres años- de países con problemas como España no puede considerarse financiación monetaria sino una ayuda temporal para dar tiempo a que las reformas surtan efecto y por tanto no contraviene los Tratados.

La intervención del presidente de la institución se produce días antes de la crucial reunión del consejo de gobierno del día 6 de este mes, en la que está previsto que el BCE apruebe un nuevo programa de compra de bonos.

El presidente del Bundesbank, Jens Weidemann, ha hecho pública su oposición a que se reactive la compra de bonos por considerar que vulnera los Tratados, y podría disminuir la presión para que los países con problemas hagan reformas.

Draghi no adelantó ningún detalle de las medidas que se discutirán el jueves, aunque defendió la legalidad de su actuación, según varios eurodiputados.

"Ha dicho que, si el BCE compra bonos maduros de corta duración en el mercado secundario, esto estaría de acuerdo con su mandato. Si lo hiciera con bonos a más largo plazo o en el mercado secundario eso constituiría financiación monetaria" y podría vulnerar los Tratados,  señalaron.