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Militantes del Estado Islámico (EI) han arrasado con maquinaria pesada la antigua ciudad asiria de Nimrud, su último ataque a uno de los mayores tesoros arqueológicos y culturales del mundo.

Los islamistas ultrarradicales suníes, que consideran que la herencia anterior al Islam en Irak es idolatría, han arrasado la ciudad que se ubica a orillas del río Tigris, de 3.000 años de antigüedad.

El asalto contra Nimrud ocurrió sólo una semana después de la difusión de un vídeo que mostraba a fuerzas de Estado Islámico derribando estatuas y esculturas en Mosul, la ciudad que capturaron junto con gran parte del norte de Irak en junio pasado.

La agencia cultural de Naciones Unidas, UNESCO, ha condenado las acciones de Estado Islámico calificándolas de «limpieza cultural y un crimen de guerra».

Expertos y responsables locales consultados coinciden en destacar que estas agresiones contra la cultura en la provincia de Nínive pretenden «convertir en polvo» la antigua civilización que se asentó en el actual territorio iraquí.

Nimrud, a unos 30 kilómetros al sur de Mosul, fue construida alrededor del 1250 antes de Cristo. Cuatro siglos después se convirtió en la capital del imperio neoasirio, que en aquel momento fue el estado más poderoso de la tierra y se extendía hasta lo que hoy es Egipto, Turquía e Irán.

Muchos de sus monumentos más famosos fueron retirados hace años por los arqueólogos, incluidos los colosales toros alados que ahora están en el British Museum de Londres, y cientos de piedras preciosas y piezas de oro que fueron llevadas a Bagdad.

Pero las ruinas de la antigua ciudad seguían sobre el terreno. Una fuente tribal local confirmó el ataque.

«Miembros de Estado Islámico vinieron a la ciudad arqueológica de Nimrud y saquearon los objetos de valor que había en ella y después procedieron a allanar el terreno», aseguró.

«Solía haber estatuas y muros, así como un castillo que Estado Islámico ha destruido completamente».