Asistentes a la conferencia sobre el Cambio Climático de París 2015 | Reuters

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El acuerdo climático que se prevé adoptar en París situará la conservación y restauración de los bosques como un instrumento fundamental de lucha contra el calentamiento global, a diferencia del Protocolo de Kioto, que se centró en la reducción de emisiones en los países ricos.

Casi un centenar de los más de 180 países que han presentado contribuciones nacionales a Naciones Unidas para el nuevo acuerdo climático que se prevé aprobar en París prometen reducir emisiones mediante la preservación o restauración de su masa forestal.

Dieciséis jefes de Estado y Gobierno de los países que más bosques poseen y algunos desarrollados han creado una alianza para situar el bosque en el centro de las soluciones al cambio climático, abogando por «una acción fuerte, colectiva y urgente» para promover el desarrollo sostenible deteniendo y revirtiendo la deforestación.

En una declaración, Alemania, Noruega y Estados Unidos se comprometen a reunir 5.000 millones de dólares entre 2015 y 2020 si los países con más bosques miden, reportan y verifican reducciones de emisiones procedentes de la conservación o restauración de sus masas forestales.

«Nuestro objetivo a ayudar a los países que están en pleno progreso económico a que reduzcan la deforestación», incidió Karsten Sach, director de Política Internacional del Ministro de Medio Ambiente alemán.

«Los países con grandes extensiones de bosques en alianza con otros gobiernos, el sector privado y la sociedad civil acordamos en París incrementar los esfuerzos internacionales para eliminar la deforestación y la degradación de la tierra», subrayó el ministro peruano del Ambiente, Manuel Pulgar Vidal.

En su contribución al acuerdo de París, Perú, por ejemplo, plantea un 30 % de reducción de emisiones en 2030 respecto a lo que hubiera sido el crecimiento normal mediante el manejo sostenible de su masa forestal, entre otras acciones.

Y es que los bosques, de los que dependen directamente la vida de más de mil millones de personas, desaparecen del planeta a un ritmo de 12 millones de hectáreas al año, una destrucción responsable del 11 % de las emisiones mundiales.

«Sólo la cooperación internacional salvará los bosques», subrayó el príncipe Carlos de Inglaterra en su intervención frente a más de una decena de líderes latinoamericanos y del mundo empresarial reunidos hoy en un foro promovido por Perú.

«Sabemos cómo restaurar millones de hectáreas de tierras degradadas porque llevamos años haciéndolo, solo necesitamos implementar las alianzas existentes y dotarlas de recursos adicionales para garantizar la salud de los bosques y la agricultura sostenible», agregó.

Carlos de Inglaterra condenó también con dureza «a las empresas que sacan beneficios de la destrucción de los bosques».

La ministra de Medio Ambiente de Brasil, Izabella Teixeira, afirmó que su país, que conserva un 60% de su bosque nativo, «quiere poner su bosque al servicio de que la temperatura del planeta no aumente más de dos grados» a finales de siglo.

«Para ello hemos empezado a asociar la reducción de deforestación al desarrollo económico y social, lo que nos está permitiendo pasar de ser un país que deforesta a un país que controla la deforestación», señaló.

En nombre de las comunidades indígenas que preservan bosques nativos, Jorge Furagano, portavoz de la coordinadora de organizaciones indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA), responsable de la conservación de 240 hectáreas de la cuenca amazónica, explicó que están tratando de crear un Fondo Indígena Amazónico que canalice fondos para la conservación de los bosques.

«Queremos un manejo transparente de las donaciones que los países ricos destinan a la preservación y restauración de bosques a través de ese fondo», dijo a Efe.

Por su parte, Berenice Sánchez, miembro de la comunidad Otomí de México, fue más crítica y denunció que en lo relativo a bosques «se está hablando más de dinero que de soluciones».

Sánchez consideró que lo que hay que hacer es «cambiar el sistema económico, el sistema de producción, el sistema capitalista...» y emplazó a las empresas a quitarse «la careta verde».