Captura de un vídeo en el que se aprecia un transporte cargando la temible arma de guerra rusa. | Redacción Digital

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Al cumplirse las dos semanas de la invasión rusa de Ucrania y no producirse avances significativos sobre el territorio, en las últimas jornadas crece el temor de que Moscú incremente su potencia destructiva, y ello conlleve una mayor pérdida de vidas humanas, muchos de ellos civiles atrapados entre los refugios y las ruinas de las ciudades bajo asedio. En ese posible escenario jugarán un papel muy destacado las ojivas termobáricas, un tipo de armamento capaz de volar una manzana entera. Qué son y cómo funcionan estas armas balísticas desplegadas por Rusia en su actual ofensiva sobre Ucrania.

Si la estrategia del líder ruso, Vladímir Putin, pasa por reforzar su potencia de fuego contra las grandes ciudades de Ucrania que todavía no se han rendido a su dominio es posible que se decante por utilizar el TOS-1, apodado «Buratino» como el Pinocho ruso de larga y afilada nariz. Se trata de un lanzacohetes múltiple dotado con 24 tubos de 220 mm. y constituye una de las armas más mortíferas del ejército ruso en tierra. Al principio de la invasión se grabó su despliegue a la frontera ucraniana cerca de la ciudad rusa de Belgorod, con las 'Z' blancas pintadas en su fuselaje.

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Lo que lanza a discreción el TOS-1 se conoce como ojivas o cohetes termobáricos. Este calificativo da cuenta de los dos elementos que intervienen en este proceso, el calor y la presión, combinando las ondas de choque y el vacío para producir una explosión de alta temperatura. En este sentido al detonar sus proyectiles se libera una especie de combustible que a su vez crea un efecto de sobrepresión. Este genera una explosión y una onda expansiva mucho mayores. En consecuencia su uso relativamente cercano a zonas con población civil puede producir efectos desastrosos, según alertan todos los consultores especializados en armamento ruso.

A pesar de su elevado poder destructivo no existe una directriz unívoca por parte de los organismos internacionales competentes que condene el uso de las ojivas termobáricas en un contexto de guerra. De hecho el ejército ruso ya lo ha empleado en el pasado. Lo hizo en su campaña fallida por invadir Afganistán, en el último tercio del siglo XX. También lo hizo en Chechenia, a caballo del cambio de milenio, y en Grozni, su capital, no quedó piedra sobre piedra. Últimamente los rusos han desplegado su TOS-1 en Siria, contra fortificaciones yihadistas y enclaves dominados por los rebeldes al dictado de su socio en la zona, Bashar Al-Assad.

Punto de vista

Crímenes de guerra

En las últimas horas algunas voces en Ucrania han censurado la utilización de este tipo de armas de guerra, que para algunos son más bien «armas para cometer crímenes de guerra». Así, inciden en que este tipo de explosiones altamente destructivas están «diseñadas para asfixiar a las personas que se esconden en búnkeres y otros lugares aparentemente seguros». Las escenas de la destrucción del hospital maternoinfantil de Mariúpol lo apuntan y el presidente Volodímir Zelenski lo aventuró en uno de sus últimos mensajes: «Rusia ha iniciado un nuevo tipo de guerra».