El vicepresidente de la Comisión Europea, Valdis Dombrovskis. | Efe

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La guerra iniciada por Rusia en Ucrania hace ya casi tres meses ha empujado a la Unión Europea a establecer una hoja de ruta para desengancharse del gas y el petróleo procedente de Moscú, pero también a acelerar la transición ecológica con la que pretende lograr una economía libre de emisiones de CO2 para mitad de siglo. El impacto de la invasión rusa copó los paneles de debate en el Foro Económico de Bruselas de este año, un evento organizado por la Comisión Europea que reúne a representantes de instituciones comunitarias y de los Estados miembros, a líderes mundiales y a la academia y que en esta edición contaba con el título «El futuro es ahora: ¿qué economía para la siguiente generación?» «La agresión de Rusia sobre Ucrania está ocupando nuestras mentes. Estamos tomando decisiones estratégicas sobre rápidamente retirar nuestra dependencia en los combustibles fósiles rusos. En el corto plazo significa también la diversificación hacia otros proveedores (…) pero también acelerar la transición verde», resumió el vicepresidente económico del Ejecutivo comunitario, Valdis Dombrovskis.

El letón, quien recordó que Bruselas desvelará precisamente este miércoles su plan Repower EU para acelerar la desconexión energética de Rusia, subrayó que la agresión militar no debe hacer olvidar el objetivo de combatir el cambio climático y no ha hecho sino que conseguir que el bloque «reconfirme» su meta de rebajar sus emisiones un 55 % para 2030 y alcanzar la neutralidad climática 20 años después. «Uno podría decir que en tiempos difíciles hay que afrontar esta independencia del gas y petróleo, así que podríamos pausar la transición climática un tiempo y volver en unos años sin problema. Creo que esto sería un terrible error», argumentó el comisario de Economía, Paolo Gentiloni, en otro de los debates de la jornada. En este sentido, la secretaria del Tesoro estadounidense, Janet Yellen, reiteró el compromiso de su país de ayudar a Europa para cubrir sus necesidades energéticas y acabar con la dependencia de Rusia, lo que «incluye trabajar con otros socios para aumentar los volúmenes de gas natural licuado hacia Europa».

Pero advirtió de que, mientras se hace esto, hay que «escuchar la llamada de atención para acelerar la transición global hacia un futuro energético más limpio y seguro» y «cambiar el enfoque» para lograrlo. «Ningún país controla el viento y el sol. Aseguremos que es la última vez que la economía global se convierte en rehén de las acciones hostiles de quienes producen combustibles fósiles», dijo Yellen, encargada de pronunciar este año el discurso principal del Foro. Si bien en el corto plazo podría verse un «repunte» del uso de carbón y otros combustibles fósiles, a medio plazo se tienen que «aumentar drásticamente las renovables, invertir en nuevas tecnológicas y aumentar el apoyo a medidas de eficiencia energética para reducir la demanda», defendió en Bruselas.

En el mismo panel que Dombrovskis participó la vicepresidenta española de Transición Ecológica y Reto Demográfico, Teresa Ribera, quien abogó por su parte por no olvidar la «dimensión social» de la transición verde y por contar con la opinión de las comunidades locales más afectadas por el proceso de desacarbonización. «Tenemos que prestar atención a quien está ganando y perdiendo. Algo que mina la credibilidad de las instituciones es que la gente tenga la impresión de que los ganadores son los de siempre y los que pagan los beneficios son los de siempre», señaló. En opinión de Ribera, ante esta situación «sin precedentes» será necesario «reequilibrar un poco el acceso a los beneficios y a la distribución de costes» dentro de la sociedad a fin de evitar que la transición ecológica pierda credibilidad y legitimidad, especialmente en los hogares más vulnerables o más «amenazados». En una línea similar se expresó el secretario general del sindicato europeo IndistriAll, Luc Triangle, que advirtió de la importancia de tener el apoyo de los 25 millones de trabajadores europeos en sectores intensivos en el uso de energía. «No debe haber malentendidos, apoyamos los objetivos climáticos pero debe hacerse de forma justa. Si fracasamos en la dimensión social del Pacto Verde fracasaremos también con el Pacto Verde», alertó.