El líder de Corea del Norte, Kim Jong Un. | Reuters

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La COVID sigue propagándose rápidamente por Corea del Norte, que este miércoles reportó más de 232.000 nuevos contagios y que, por tercer día consecutivo, ignoró la oferta de asistencia del Sur, lo que indica que por ahora el régimen parece dispuesto a buscar ayuda solo de Moscú o Pekín. El centro de prevención epidémica reportó este miércoles otras seis muertes aparentemente ligadas a la COVID (en total son ya 62 fallecidos desde que se confirmó la presencia del virus en el país hace una semana) y 232.880 nuevos casos potenciales o de «fiebres». Son ya 1,71 millones las personas que han contraído estas «fiebres» (es el término que usa Corea del Norte para determinar casos sospechosos, pues apenas tiene capacidad para testar) desde que el virus empezó a propagarse, según el régimen, a final de abril, con 1,02 millones de personas ya recuperadas y unas 691.170 actualmente bajo tratamiento. La situación en el empobrecido país preocupa por lo contagiosa que ha demostrado ser la subvariante ómicron y por los escasos recursos de detección que posee por el momento (de datos publicados por las autoridades se calcula que solo se han detectados positivos por COVID en el 0,02 % de los casos). También por el hecho de que el régimen no ha puesto una sola vacuna -rechazó en 2021 la donación de casi cinco millones de dosis- y no parece tener intención de diseñar aún un plan nacional de inoculación.

Transmisión rápida

Los datos, de hecho, reflejan una transmisión muy rápida por todo el país (casi el 7 % de la población parece haberse contagiado en menos de un mes), con especial incidencia en la capital, Pionyang, y en municipios con alta actividad económica y enlaces logísticos como Nampo (oeste), Kaesong (sur) o Rason (noreste). Las cifras indican además que el 40 % de las muertes corresponden a mayores de 60 años, y que, a su vez, casi un tercio de los fallecidos tienen menos de 20 años. De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) expresó el martes su preocupación por el hecho de que a la falta de vacunas se une el que gran parte de la población padece problemas previos de salud. La OMS pidió también a Pionyang que comparta información detallada de la situación con el organismo, que está dispuesto a compartir «apoyo técnico y suministros que incluyen test, diagnósticos, medicinas esenciales y vacunas», según indicó su director general, Tedros Adhanom Ghebreyesus.

Fallos en la respuesta inicial

La agencia estatal norcoreana KCNA informó hoy además de que el politburó celebró otra reunión el martes presidida por Kim Jong-un en la que se analizaron respuestas inadecuadas de «funcionarios del Partido y órganos estatales» a la crisis. Kim habló de «inmadurez», «actitudes negativas» o «flojera» en «la fase temprana» de la emergencia sanitaria, en la que, dijo, «el tiempo es vital». A su vez, alabó el nuevo sistema de «máxima emergencia» estatal a nivel epidémico, que según KCNA, ha movilizado a 3.000 militares para asegurar el suministro de medicinas o a 1,4 millones de funcionarios de salud pública, así como a estudiantes y profesores del sector médico. Aunque el régimen ha hablado de confinar «cada ciudad y condado» y la ausencia de observadores hace difícil evaluar la verdadera situación, medios con fuentes sobre el terreno apuntan a una cierta normalidad dentro del país, que se haya en plena campaña de siembra del arroz, fundamental para la despensa norcoreana, especialmente en un año de sequía aguda como este.

Es más, KCNA informó este miércoles que «se han organizado equipos de transporte de grano y verduras e instalado puestos móviles en cada pueblo y aldea para mejorar la comodidad de sus habitantes», lo que parece certificar lo que dicen estos medios especializados; que se permite salir de casa pero que casi todo el mundo tiene prohibido abandonar su municipio. Los medios norcoreanos han dicho además que dos grandes proyectos de construcción en Pionyang y el este del país siguen adelante como estaba previsto y que trabajadores agrícolas y voluntarios (Corea del Norte moviliza a gran parte de la población para ayudar en el campo) están enfrascados en el trasplante del arroz, tal y como muestran fotografías tomadas desde la frontera china o surcoreana.

Tercer día de silencio

En Seúl, el Gobierno surcoreano dijo este miércoles que el régimen ignoró, por tercer día, su comunicación para reunirse y tratar el envío de ayuda incondicional que ha prometido a su vecino. Varios medios han informado de aviones norcoreanos cargando suministros en aeropuertos chinos, mientras que Moscú y Pionyang trataron este martes directamente el envío de ayuda. Esto indica que el Norte no parece inclinada a emplear la pandemia como puente para retomar el estancado diálogo con Corea del Sur y EE.UU., algo que ha venido demostrando en los últimos tiempos con un plan de modernización armamentística que está detrás del número récord de ensayos de misiles este año y un inminente test nuclear. Muchos expertos creen a su vez que Corea del Norte, que lleva cerrada a cal y canto desde 2020, no parece por el momento dispuesta a aceptar ninguna vacuna, ni siquiera de Moscú o Pekín, por su reticencia a mostrar excesiva dependencia de potencias extranjeras o la necesidad de permitir la entrada de personal externo para asesorar los programas de inoculación.