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El estallido de la guerra entre Israel y Hamás ha sido el detonante de una escalada de tensión que recorre Oriente Próximo y Oriente Medio: desde Gaza hasta Siria e Irak, y en las últimas horas en la frontera entre Irán y Pakistán: el régimen iraní bombardeo a los terroristas de Jaish al Adl en suelo pakistaní, y Pakistán respondió bombardeando a grupos insurgentes en territorio persa.

Todo ello ocurre en la región histórica de Baluchistán, un territorio complejo fragmentado entre fronteras culturales y políticas en medio de dos países cuya relación es especialmente tensa; todo ello en una zona del mundo que parece convertirse en el nuevo gran foco de tensión internacional.

Así es Baluchistán, la frontera entre Pakistán e Irán

El Baluchistán histórico es una región de Oriente Medio ubicada en grandes extensiones de Pakistán, Irán y Afganistán. Sus límites serían, al este, la frontera con Karachi (Pakistán), la frontera con el Panyab pakistaní y los territorios de la etnia pastún al norte.

Un área de mayor extensión que España pero con una densidad de población escasa dada la naturaleza de la región: un páramo desértico y árido plagado de inmensas estepas y desiertos, con apenas vegetación o grandes poblaciones.

En una región fundamental para entender el desarrollo de la civilización humana, allí se encuentra uno de los primeros asentamientos agrícolas conocidos: data del año 6.500 a.C. Tierra ocupada a lo largo de los siglos de persas, griegos, árabes, turcos, afganos o británicos, fueron los baluchíes uno de los primeros pueblos en asentarse en la zona: fue cerca del año 1.000, cuando llegaron allí procedentes de las orillas del mar Caspio.

El paso de diferentes ocupaciones y la llegada del Imperio Británico terminaron por crear fronteras que dividieron la región histórica, aislando rutas y núcleos de población dependientes entre sí.

Los baluchíes viven separados entre ambas fronteras

Sus habitantes son los baluchíes, un grupo étnico iranio y suní, con un idioma y costumbres propias. Se calcula que unos 13 millones de baluchíes viven en la región, muchos de ellos en tribus y confederaciones, ubicadas en el área desértica donde confluyen las fronteras afgana, pakistaní e iraní.

Los baluchíes, sin embargo, se encuentran en una difícil encrucijada por estas divisiones políticas: en términos geopolíticos, existen dos Baluchistán: una región pakistaní y el Baluchistán iraní, dentro del país persa. Ambas son las regiones más pobres de sus respectivos países. La ganadería es su principal actividad económica y sustento, aunque sus tierras esconden otro tipo de riqueza: Baluchistán está lleno de pozos de gas y petróleo de los que se nutren Irán y Pakistán.

Los insurgentes buscan la independencia de Irán

Dentro de las fronteras iraníes, los baluchíes viven discriminados por el régimen de Teherán, además de las diferencias étnicas entre persas y baluchíes, el pueblo baluchí profesa el Islam suní, lo que los convierte en un colectivo contrario a los dogmas del Estado iraní, que profesa el Islam chií. Muchos de ellos, al no ser persas ni chiíes, no tienen posibilidad de acceder a escuelas o a un puesto de trabajo si no se convierten.

Este contexto ha sido el caldo de cultivo de numerosos grupos insurgentes que buscan la protección de los baluchies y la independencia de Baluchistán: actualmente, Jaish al-Adl capitaliza este el sentimiento nacionalista y las acciones terroristas contra el estado iraní y, en menor medida, contra Pakistán.