San Juan Bautista. Una de las 40 obras expuestas en Bruselas - MBAB

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El Palacio de Bellas Artes de Bruselas (Bozar) presenta a partir de mañana al público un Greco vanguardista, luminoso y contemporáneo donde el color adquiere protagonismo en un montaje que rompe la idea de la España negra y acentúa la modernidad de uno de los fundadores de la Escuela española de pintura.

La muestra narra a través de 40 obras la evolución estilística de El Greco desde que sale de Creta, donde era un pintor de iconos, hasta que llega a España persiguiendo la fama que no logró durante su estancia en Italia y con la intención de trabajar para el mecenas por antonomasia del momento, el rey Felipe II, embarcado en el proyecto de El Escorial.

Sin embargo, el estilo libre del Greco no es del gusto real porque no refleja del todo los postulados de la Contrarreforma y el pintor, famoso pero sin llegar a las cotas de popularidad de los grandes del Renacimiento, como Tiziano, Rubens o Miguel Ángel, monta un gran taller en Toledo, considerado por los investigadores como la primera gran industria pictórica de España.

Denostado en su época por quienes veían sus pinturas extravagantes, ridículas o raras, el manierismo exaltado del Greco, la violencia de su pincelada, la expresión de los rostros y el uso de los pigmentos que llenaban de luz sus lienzos adquiere una nueva lectura con la llegada de las nuevas corrientes artísticas a mediados del XIX y principios del XX.

De la mano del Romanticismo y posteriormente de las vanguardias europeas como el expresionismo alemán o el propio Picasso, El Greco recupera su identidad de transgresor, de adelantado a su tiempo, de artista absolutamente contemporáneo.

Con el siglo XX cambian los códigos estéticos y El Greco pasa de ser un autor casi desconocido a convertirse en una referencia estética de la modernidad. "Todas las vanguardias viven y siguen viviendo de él", resaltan los comisarios de la exposición, Ana Carmen Lavín y José Redondo.

La muestra, que estará abierta desde hoy hasta el 9 de mayo, lleva hasta Bruselas la emblemática 'Las lágrimas de San Pedro' o el impresionante 'El Expolio' aunque la obra más destacada es la serie final 'El Apostolado' (los doce apóstoles), que se considera su testamento artístico formado por una serie sorprendentemente moderna, en cuanto a la libertad de sus formas y el extraordinario uso que hace del color.