PAÑUELOS. Cubrieron con un manto rojo la plaza del Ayuntamiento - Reuters

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La Comparsa de Gigantes y Cabezudos de Pamplona, en el 150 aniversario de su creación, fue la encargada de lanzar el chupinazo con el que, ayer al mediodía, ante una multitud que abarrotaba la plaza consistorial, se iniciaron los Sanfermines 2010, con un presupuesto de 2,8 millones de euros.

Tras siglo y medio animando las fiestas, la alcaldesa Yolanda Barcina decidió este año delegar el acto en estas figuras de cartón y fue el presidente de la Comparsa, Mari Ganuza, el encargado de prender la mecha.

Un aniversario que cambió la tradicional fisonomía del cohete ya que, por primera vez, en los balcones del Ayuntamiento estuvieron presentes dos miembros de esta Comparsa: el kiliki Caravinagre y el cabezudo Alcalde.

Se convirtió así en la tercera ocasión de la etapa democrática en la que personas ajenas a la política protagonizan el inicio de los sanfermines tras el capitán de Osasuna, César Palacios, en 2000 y el presidente del Portland San Antonio, Fermín Tajadura, en 2001.

Y para ello Mari Ganuza utilizó la fórmula tradicional: "Pamplonesas, pamploneses, viva San Fermín. Iruñatarrak, gora San Fermín", que fue respondida por los asistentes que esperaban este momento con bailes y cánticos.

La jornada había comenzado sin embargo horas antes, cuando las cuadrillas se reunieron en los diferentes bares y restaurantes de Pamplona para compartir los imprescindibles almuerzos antes de dirigirse a la plaza consistorial.

Vestidos de blanco pero todavía con sus pañuelos rojos guardados en los bolsillos, pamploneses y visitantes disfrutaron de los momentos previos en los que, en una mañana soleada pero con temperaturas no demasiado altas, se derramaron cientos de litros de cava y vino.

Mientras avanzaba el reloj se sucedieron los cánticos en la plaza, sobrevolada por balones gigantes y una pancarta en favor del acercamiento de los presos y en la que la Policía intentó impedir la entrada de huevos y otros productos que pudieran manchar el mobiliario urbano.

Cuando faltaban un par de minutos para el mediodía, a los sones de clarines y timbales, los presentes levantaron sus pañuelos rojos en triángulo sobre las cabezas para cubrir con un manto rojo la plaza del Ayuntamiento coincidiendo con la apertura de los balcones del edificio. A ellos salieron para situarse frente a la multitud Ganuza y las autoridades municipales encabezadas por la alcaldesa Yolanda Barcina, que celebra éstos como sus últimos sanfermines de regidora de la ciudad ya que el próximo año optará a la presidencia del Gobierno de Navarra.

Tras el estadillo del cohete, la fiesta inundó Pamplona extendiéndose desde la plaza del Ayuntamiento por todo el Casco Antiguo, en varios de cuyos lugares más emblemáticos, como la Plaza del Castillo o el Paseo de Sarasate, se pudo seguir en directo el acto mediante las pantallas gigantes instaladas por el Consistorio.