Stafford. El ex militar británico es el primero en recorrer el Amazonas en toda su extensión - Reuters

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Seis pares de zapatos, un impermeable y un gran espíritu aventurero necesitó el peruano Gadiel Sánchez para acompañar en casi toda su travesía al británico Ed Stafford, el primero en recorrer a pie toda la extensión del río Amazonas, desde su nacimiento en Perú hasta la desembocadura en Brasil."He caminado dos años y dos meses (por la Amazonía), un promedio de siete a ocho horas diarias", confesó a Efe Gadiel "Cho" Sánchez, quien permaneció un poco a la sombra de Stafford porque no hizo todo el periplo amazónico, aunque lo recorrió en gran parte.Y es que Stafford comenzó su travesía de 859 días el dos de abril de 2008 en el nacimiento del Amazonas, el monte Mismi (en la región sureña de Arequipa), mientras que Gadiel se le unió casi dos meses después en una zona aledaña a la remota localidad de Kiteni (en el sureste peruano).

El 9 de agosto pasado, Stafford, un ex militar que sirvió en Afganistán, completó su hazaña en la aldea brasileña de Marudá, en la costa atlántica brasileña, tras recorrer a pié los 6.800 kilómetros de largo del río más caudaloso del mundo, en gran parte a través de una zona peruana controlada por narcotraficantes y terroristas.

"Al principio iba a caminar sólo cinco días, pero después a Ed le gustó mi amistad y me propuso seguirlo. Lo seguí porque sólo tengo papá y mamá, no tengo esposa ni hijos", refirió "Cho", un descendiente de cuarta generación de los cocama, una de las etnias indígenas de la Amazonía peruana.

Lleno de adrenalina y guiado por un profundo amor por la naturaleza, Gadiel dejó algunas de las comodidades de su vida como técnico forestal en la localidad selvática de Satipo para someterse a las altas temperaturas y la humedad de la Amazonía.

Armados de bolsas de dormir, plásticos, hamacas, mosquiteros, un teléfono satelital y un ordenador portátil prosiguió junto a Stafford por las orillas del Amazonas, consumiendo algunas comidas enlatadas, arroz y frutos de la pesca como peces y tortugas.

"Una vez llegamos a un lugar muy desolado en Brasil y solamente teníamos un pescadito y un aguaje (fruto amazónico) porque se nos había agotado la comida. Tuvimos que compartir el aguaje y resignarnos a seguir caminando para encontrar por lo menos un río para beber y bañarnos", relató a Efe.

La selva tiene sus peligros y uno de ellos son los animales salvajes. Había que estar atentos a las víboras y los lagartos, pero también a los mosquitos, zancudos y las abejas.
"Cuando encontrábamos una víbora intentábamos desviarla porque a esos animales hay que conservarlos. Si teníamos la opción, Ed sacaba la cámara filmadora para grabarla", señaló Gadiel.

Pero los exploradores también tuvieron que enfrentar el rechazo en ciertas comunidades indígenas que creían que Gadiel era el ayudante de Ed, al que consideraban un "pishtaco", un mito sobre bandoleros que degüellan a personas para extraerles la grasa.

Si bien el viaje estuvo lleno de emociones fuertes también fue un profundo aprendizaje sobre el valor de la selva amazónica, que alberga en sus 4,1 millones de kilómetros cuadrados un tercio de todas las especies existentes del planeta.

"Hemos visto la destrucción de los bosques, si usted se lo imaginara quedaría destrozado", lamentó Gadiel al referirse a la tala de árboles y a las actividades agrícolas en Perú y Brasil.