Premio Nobel. Asegura que sus horarios "han volado por los aires" - Reuters

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Desde que ganó el Premio Nobel, Mario Vargas Llosa ha visto "saltar por los aires" su rutina de trabajo, pero espera que sea "una situación transitoria" y pueda volver pronto a ese "placer supremo" que para él es la literatura y proseguir con su sueño de "escribir buenas novelas".

"A mí me encontrará la muerte con la pluma en la mano", dijo ayer el escritor en una multitudinaria conferencia de prensa en la Casa de América de Madrid, en la que habló de su nueva novela, "El sueño del celta", y de cómo ha cambiado su vida tras la concesión del Nobel de Literatura, el pasado 7 de octubre.

Y también habló de política, en especial de América Latina y de Estados Unidos. El Premio Nobel no va a cambiar su forma de ser ni sus costumbres: "No hay ningún peligro de que me calle. Voy a seguir hablando como un loro y escribiendo todos los días", aseguró.

Esta esperada novela, cuya escritura ha sido "una gran aventura" para Vargas Llosa y le ha obligado a viajar al Congo y a Irlanda, y a sumergirse en épocas distantes y complejas, salió ayer a la venta en los países de habla hispana con una edición inicial de 500.000 ejemplares, la mitad de ellos en España, según dijo Pilar Reyes, directora de Alfaguara.

Ganar el Premio Nobel "nunca" estuvo entre sus "aspiraciones literarias", que eran "más ambiciosas: escribir buenas novelas, buenos libros". Y en realidad su "sueño secreto" ha sido siempre que sus novelas algún día se leyeran como las que a él le han "cambiado la vida" y le han "conmovido". "Nunca sabré si ese sueño se hará realidad", señaló el gran novelista peruano, con esa facilidad de palabra que le caracteriza y que le permite meterse al público en el bolsillo.

Pero ganó el Nobel, que fue "una sorpresa total, un reconocimiento muy grato", y también "una revolución tal" que sus horarios de trabajo "han volado por los aires". "El acoso periodístico no tiene límites", dijo Vargas Llosa antes de recordar cómo, a los veinte minutos de hacerse público el premio, su casa de Nueva York se vio invadida por periodistas y camarógrafos de todo el mundo.

Al autor de "La ciudad y los perros" le dan "envidia los escritores que tienen vidas interesantísimas, infernales, demoníacas", pero no es así la suya. A él le gusta su rutina de trabajo, pasar horas en las bibliotecas, cultivar la amistad y escuchar música clásica. "Mediocridades de este tipo me llenan la vida", señaló el escritor ante más de un centenar de periodistas de numerosos países.

Flaubert decía que "escribir es una manera de vivir", y para Vargas Llosa esa frase "es exacta". Nunca deja de hacerlo, pero no cree que haya mérito en eso: "Escribir es el placer supremo. Escribir y leer son como el anverso y el reverso de una misma moneda".

"Afortunadamente", del resto de cosas de su vida, se encarga su mujer, Patricia Llosa, que ayer presenció la conferencia de prensa desde un discreto lugar.

Por eso, cuando su rutina de trabajo "se rompe por factores exógenos", el nuevo Premio Nobel se siente "perdido, extraviado".

Ganar el galardón más importante de las letras mundiales le obligó a suspender la escritura de "un pequeño ensayo" que tenía entre manos, "La civilización del espectáculo", confesó Vargas Llosa, que ya debe de tener algunas ideas para el discurso de recepción del Premio Nobel, el próximo 10 de diciembre, pero prefirió "guardar el secreto".