EL CAIRO. Un manifestante antiMubarak se corta el pelo en la plaza Tahrir - Reuters

TW
0

Han pasado dos semanas desde que las revueltas populares estallaran en Egipto y, pese al anuncio de algunas concesiones, el presidente egipcio, Hosni Mubarak, continúa al frente del país, lo que expertos y analistas interpretan como un estancamiento de difícil salida.

Los manifestantes en la plaza Tahrir de El Cairo permanecen inamovibles tras catorce días de protestas y dicen que no se irán hasta que el presidente Hosni Mubarak deje el poder, pese al diálogo iniciado entre el Gobierno y la oposición.

Mintrastanto la oposición egipcia está sufriendo grietas en la unidad que mantenía hasta ahora, ya que hay algunos sectores opuestos al diálogo que emprendió ayer el vicepresidente, Omar Suleimán, con los Hermanos Musulmanes y otros grupos.

Distintas posturas de apoyo y rechazo a esas negociaciones han nacido incluso entre miembros de las mismas organizaciones, incluidos los Hermanos Musulmanes y la Asamblea General para el Cambio, que apoya al premio nobel de la paz Mohamed el Baradei.

Según se consolidaba la revuelta popular del 25 de enero, los convocantes coincidían en que sólo dialogarían con las autoridades a partir de la renuncia de Hosni Mubarak, en el poder desde 1981.

Pero varios dirigentes de la oposición participaron el domingo en una reunión con el vicepresidente Omar Suleimán, nombrado por Mubarak, aún en el poder y con un enorme retrato del cuestionado mandatario presidiendo la sala donde se celebró la reunión. Sin embargo, muchas voces coinciden en restar legitimidad a los grupos que participan en las negociaciones, ya que "el centro de poder de la revuelta está en la plaza Tahrir", según el analista Issandr Amrani, autor del prestigioso blog "The Arabist".