Antònia Font. El grupo mallorquín ha vuelto a grabar - Archivo

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El quinteto mallorquín Antònia Font rompe tres años y medio de silencio y sacó a la venta ayer su séptimo trabajo, "Lamparetes", en el que homenajean el lado positivo del progreso humano, renovando las señas identificativas de su pop.

Después de catorce años de carrera, la banda, guiada por el universo compositivo y lírico de Joan Miquel Oliver y a la que se vuelven a unir la voz de Pau Debón, el bajo de Joan Roca, los teclados de Jaume Manresa y la batería de Pere Manel Debón, presenta el que considera que es su álbum más "especial" por el tiempo que ha pasado desde que decidieron el receso.

"Los otros seis discos los hicimos muy seguidos y prácticamente no tuvimos tiempo de pensar ni en lo que habíamos hecho. Aquí empezamos otra vez de cero y muchas de las cosas que antes no funcionaban, aquí sí que lo hacen", explica Oliver en una entrevista a Efe.

Y es que durante este largo parón los rumores de rotura empezaron a aflorar, algo que en "ningún momento" llegaron a pensar por el "valor personal incalculable" que genera estar haciendo aquello que les gusta, y que además les ha permitido mantenerse económicamente, asegura.

Un tiempo de reflexión que ha servido para finalmente sacar a la luz catorce temas "difíciles de escribir" y de "digerir" que tratan de desmitificar la idea de que el progreso "es -dice Oliver- sinónimo de destrucción y calentamiento global".

"La civilización es fruto del progreso y nosotros queríamos cantar las cosas buenas que ésta ha aportado", señala Oliver.

Una oda a las bondades de la modernidad que muestra su esplendor en canciones como "Es Canons de Navarone" o el "single" de presentación "Clint Eastwood", un personaje que, según Oliver, "encarna perfectamente" lo que es el progreso.

Pero en "Lamparetes" no sólo se ha producido una evolución temática de la lírica, sino que también se han observado variaciones en la base musical que, a diferencia de otros álbumes como "Taxi" o "Batiscafo Katiuskas", introduce un menor grado de elementos electrónicos, relevados por el sonido de guitarras.

Esta variación sustancial se debe a que esta vez Oliver ha creado primero la partitura y luego la letra. "Me dedicaba a escribir en un cuaderno de solfeo y a partir de aquí empecé a componer canciones, a partir de los apuntes hechos con la guitarra", dice.

Prueba de esta meticulosidad creativa es el hecho de que por primera vez el quinteto edita con un sello discográfico propio, "Robot Innocent".

Oliver no duda en afirmar que "estaba claro" que después de tantos años de silencio éste tenía que ser un "buen disco", algo que se nota tanto en "su acabado" como en la "buena" dosificación "a nivel de vocabulario, así como en "la "producción" y "los arreglos" finales.