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Benedicto XVI celebró ayer la misa en 'Corpus Domini' en la Basílica de San Juan de Letrán de Roma y destacó en su homilía que "no hay nada de mágico en el cristianismo, no hay atajos" sino que "todo pasa por la lógica de la fe que mueve montañas con la fuerza silenciosa de Dios" durante su homilía.

El Papa recordó que en la última cena "Jesús anticipa el evento del Calvario" y "acepta por amor toda la pasión, con toda su dureza y violencia, hasta su muerte e cruz" y subrayó que "aceptándola de este modo la transforma en un acto de donación".

Así, el Pontífice declaró que "esta es la transformación que necesita el mundo, porque lo redime desde su interior, lo abre a las dimensiones del Reino de Dios".

Además, el Pontífice recordó que "mediante el pan y el vino consagrados, en el cual está verdaderamente presente el Cuerpo y la sangre, Cristo nos transforma" y precisó que "Dios quiere continuar renovando la humanidad, la historia y el cosmos a través de una cadena de transformaciones de las cuales la Eucaristía es el sacramento".

Por otra parte, Benedicto XVI destacó que el amor de Dios "es más fuerte del mal, la violencia y la muerte" y recordó que Dios "prepara a todos los hombres un cielo y una tierra nuevas, en las cuales reinen la paz y la justicia".

El Papa recordó a los cristianos que tienen "la responsabilidad" de la construcción "de una sociedad solidaria, justa y fraterna".

En este sentido, el Papa afirmó que "especialmente en nuestro tiempo, en el cual la globalización nos hace más dependientes los unos de los otros, el cristianismo no puede permitir que esta unidad se construya sin Dios" lo cual "daría espacio a la confusión o al individualismo".

Así, Benedicto XVI subrayó que "el Evangelio mira siempre hacia la unidad de la familia humana, una unidad que no es impuesta por el poder, o por los intereses ideológicos o económicos" sino "desde el sentido de responsabilidad de unos con los otros" porque, según recordó el Papa, el amor "es el camino de la verdadera justicia".

Por último, el Pontífice destacó que Cristo implica a los cristianos "en su obra de redención" y permite a los fieles "vivir según su propia lógica de donación" para alcanzar "la unidad y la paz".

Tras celebrar la misa, el Papa presidió la procesión del 'Corpus Domini' desde la Basílica de San Juan de Letrán hasta la Basílica de Santa María la Mayor, seguido de varias órdenes religiosas, cardenales y miles de fieles romanos que acudieron a admirar la tradicional procesión.