Yuba. Los presidentes de Sudán, Omar Al Bashir (saludando) y de Sudán del Norte, Salva Kiir Mayardit - Reuters

TW
0

Sudán del sur proclamó ayer su independencia en una solemne y larga ceremonia a la que asistieron una treintena de jefes de Estado y responsables de organismos internacionales en la que no se evitaron referencias a las dificultades que tendrán que asumir sus autoridades para levantar desde la nada al nuevo país.

"Hemos esperado 56 años y este es un sueño hecho realidad" aseguró el presidente del Sudán del Sur, Salva Kiir Mayardit, en el acto de proclamación celebrado en Yuba, la capital del nuevo país, en el que también juró su cargo al frente del Gobierno y la nueva Constitución que regirá a sus ciudadanos.

Mayardit tuvo un emocionado recuerdo para los 2,5 millones de muertos que han provocado las dos sangrientas guerras civiles que los sudaneses del sur han librado con sus vecinos del norte, algo que, según subrayó, "hemos perdonado, pero no olvidaremos."

"Ahora tenemos en nuestras manos la responsabilidad de nuestro futuro", agregó Mayardit desde el estrado en el que minutos antes, el presidente de Sudán, Omar Al Bashir, confirmaba que su país reconoce la secesión del sur y le brindaba su apoyo para entrar a formar parte de organismos internacionales como las Naciones Unidas. Al igual que Mayardit, Bashir apostó por el diálogo entre ambas naciones para resolver las diferencias que aún persisten y que no han sido resueltas con el acuerdo de paz firmado en 2005 y que han permitido la independencia de los diez estados que desde ayer forman Sudán del Sur.

Precisamente el control, aun no definido, sobre el distrito fronterizo de Abhey y la vecina región de Kodofán del sur, donde se concentran los recursos petroleros de la zona, enfrentan aun a los dos Sudán y mantiene abierto el riesgo de una nueva guerra entre ambos.

El respaldo de la comunidad internacional a las secesión del sur sudanés se hizo ayer evidente con la asistencia a los actos celebrados en Yuba de delegados de 70 países y casi una treintena de jefes de Estado, la mayoría de ellos de África.

El secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, y la jefa de la diplomacia europea, Catherine Aston, o el actual presidente de la Unión Africana, y mandatario de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang, fueron algunas de las personalidades que ofrecieron su apoyo a la nueva nación con discursos en los que apostaron por el diálogo entre norte y sur para asegurar su viabilidad.

Fue lo mismo que hicieron el ministro de Exteriores británico, William Hague, los enviados de la liga árabe, China, Estados Unidos o el propio Haakon de Noruega, heredero de la corona de este país quienes desearon al nuevo Estado, que será el miembro 193 de la ONU, que se desarrolle sobre principios como la justicia, la igualdad y el respeto a los derechos humanos.