Más de 20.000 personas se congregaron ayer en la plaza de toros de Valencia - Reuters

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El candidato del PP a la Presidencia del Gobierno, Mariano Rajoy, afirmó ayer y que los ciudadanos ya no tienen miedo al cambio, pero sí "pavor" a que la situación siga como hasta ahora, y por ello, por primera vez esta campaña, declaró su confianza en la victoria dentro de una semana.

Como siempre que hay acto electoral en la plaza de toros de Valencia, más de 20.000 personas según la organización dejaron sin huecos libres el coso de la capital levantina y arroparon a Rajoy quizá como nunca antes, convencidos de que el 20N será el día del comienzo de un nuevo Gobierno y de una nueva etapa en España.

La mayoría de los periódicos de tirada nacional publicaron ayer mismo una serie de encuestas sobre intención de voto y todas coinciden en que el PP ganará los comicios con una ventaja sobre el PSOE que oscila entre los 12 y los 18 puntos.

Quienes intervinieron se refirieron a esos sondeos, algunos, como la alcaldesa Rita Barberá o el presidente de la Diputación valenciana, Alfonso Rus, para proclamar que el éxito está cerca, mientras que otros, casos de Esteban González Pons o de Alberto Fabra, para mostrarse más comedidos y dejar claro que nada está ganado y hay que ir el domingo que viene a las urnas para certificar el triunfo de Rajoy.

Rus, tras manifestar esa seguridad en la victoria del PP, ilustró bien esa invitación a las urnas: "Si el domingo hay boda, primero el voto y luego la boda".

Sin embargo, era Rajoy quien suscitaba más expectación por lo que pudiera decir de las encuestas. Se limitó a afirmar: "Creo que vamos a ganar las elecciones; es más, lo creo y lo digo".

En ausencia del expresidente de la Generalitat, Francisco Camps, de quien sólo se acordó su sucesor en el cargo, el líder de los populares volvió a pedir "un apoyo muy grande" el día de las elecciones para enviar a Europa y al mundo un mensaje de confianza y la seguridad de que España quiere "cambiar el rumbo" y "ver la luz al final del túnel".

Según indicó, "lo que está en juego" dentro de una semana "es algo tan claro" como decidir entre "caer definitivamente" y el cambio político.

Rajoy, por todas estas razones, recalcó la necesidad de dar a la UE "un mensaje positivo de confianza" y la apuesta por permanecer "en la primera división" del euro, pues "lo peor que le puede ocurrir a España" resultaría lanzar al exterior que el Gobierno que salga de las urnas dispone de una mayoría exigua para acometer las muchas reformas pendientes.

En este "objetivo nacional", no puede haber divisiones, y así, advirtió, en alusión velada a los socialistas, de que quien quiera pelea, le encontrará "en paralelo". Lo resumió con estas palabras: "Para este proyecto están invitados todos los españoles de buena fe que quieran que su país sea mejor y se sientan orgullosos de España, una gran nación que volverá a serlo en el futuro".

Sin variar un ápice su discurso de estos últimos días, denunció la campaña del PSOE, partido al que no citó en ningún momento porque suele referirse a él con términos como "otros" o "hay quienes". Esos otros, según sus palabras, llevan una semana lanzando mensajes que son "insidias" y que pretenden ahondar en la división entre ciudadanos.

Una de esas "insidias" fue la puesta en duda del sistema sanitario de la Comunidad Valenciana, que ayer Rajoy defendió al destacar la construcción y gestión del Hospital de la Fe.

Además, para contrarrestas las acusaciones del PSOE, el presidente del PP acusó a José Luis Rodríguez Zapatero y a Alfredo Pérez Rubalcaba de haber formado parte del "peor Gobierno de la democracia", no sólo por haber engañado a los ciudadanos, sino, y sobre todo, por "no haber sabido gestionar la economía".