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El nuevo acuerdo europeo para reforzar la disciplina fiscal y atajar la crisis, en el que están dispuestos a participar todos los socios de la UE menos el Reino Unido, plantea de momento más preguntas que respuestas y no ha logrado calmar a los mercados, que de nuevo registraron ayer una tendencia bajista.

La Comisión Europea (CE) se esfuerza por convencer de la viabilidad y contundencia de las medidas, si bien no ha tenido más remedio que admitir que nada se sabe aún del desarrollo concreto del acuerdo ni del modo en que se podrá supervisar su cumplimiento e imponer sanciones.

"No tiene fundamento decir que este tratado es inaplicable", afirmó ayer el comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios, Olli Rehn, e insistió en que se trata de un pacto "efectivo y viable".

Rehn sostuvo que la mayoría de los compromisos que incluye el nuevo pacto fiscal puede aprobarse sin necesidad de modificar el Tratado de Lisboa, pero evitó destacar que para que la CE pueda decidir de manera más directa sobre la apertura de procedimientos por déficit excesivo -ahora tiene que aprobarlo el Consejo- no basta con un apaño rápido mediante legislación secundaria.

Además, la negativa de Reino Unido a participar en el acuerdo, aunque sirvió para unir a los demás socios europeos en torno a Alemania y agiliza de alguna manera el proceso (ahora planteado como un acuerdo intergubernamental fuera de la UE), complica su puesta en marcha y obliga a buscar rodeos legales que permitan implicar a las instituciones comunitarias.

"La clave está en cómo se sanciona a los países que incumplan ese tratado", comentó una fuente comunitaria y recordó que "la CE no puede implicarse en sanciones de cuestiones acordadas fuera de la UE", para agregar: "de momento, tenemos un acuerdo sin sanciones".

Más allá de las cuestiones de forma, preocupa también el contenido.

La introducción en las constituciones nacionales de la "regla de oro", para garantizar el equilibrio en los presupuestos de los países y limitar el déficit estructural anual al 0,5 % del PIB, es rechazada por los socialistas franceses.

El candidato socialista a las presidenciales francesas, François Hollande, quien según las encuestas podría reemplazar al actual jefe de Estado, Nicolas Sarkozy, anunció ayer que si sale elegido en los comicios del año próximo renegociará el acuerdo de la cumbre europea de la semana pasada.

Sarkozy, en una entrevista publicada ayer por el periódico "Le Monde", destacó la necesidad de intervención del Banco Central Europeo (BCE) y mostró su confianza en que ayude a calmar "los temores infundados" sobre las deudas soberanas.

Desde el Reino Unido, el jefe del Gobierno, David Cameron acudió ayer sin Clegg al Parlamento británico para explicar su rechazo al pacto europeo e insistió en que su decisión de quedarse fuera se debió a que el acuerdo planteado no protegía los intereses nacionales del Reino Unido.

La incertidumbre que rodea al nuevo tratado motivó ayer la advertencia de la agencia de calificación Moody's de revisar la nota de las deudas soberanas de los países de la zona del euro y provocó un retroceso en todas las bolsas europeas.

La prima de riesgo española, que mide el diferencial entre la rentabilidad del bono alemán a diez años con el equivalente español, llegó a dispararse por encima de los 400 puntos básicos y el principal indicador bursátil, el Ibex, perdió ayer 269 puntos y cerró en 8.381, lo que aumenta la caída anual hasta el 14,99 %.