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La superficie artificial creció un 41 por ciento en España entre 1987 y 2006, lo que supone 303.059 hectáreas (más que la provincia de Álava), mientras que los países europeos aumentaron esta superficie, que incluye la edificación y las infraestructuras) creció en torno al 8,5 por ciento, según el estudio 'La Sostenibilidad del crecimiento económico en España', realizado por el profesor Ernest Reig, el IVIE y la Universidad de Valencia que publicó ayer la Fundación de Cajas de Ahorro (FUNCAS).

El informe, según ha explicado el profesor Reig a Europa Press, pretende servir para garantizar que el crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) se haga con un uso racional de los recursos. "La idea es intentar desacoplar las presiones ambientales del crecimiento del PIB", ha indicado.

Así, de acuerdo a este estudio al que ha tenido acceso Europa Press, España lidera junto a Irlanda y Portugal este ránking y, de partir de un nivel inicialmente inferior al de otros países desarrollados, ha pasado a superar la media europea. De hecho, en 1980 el consumo interno de materiales por habitante era de 10,38 toneladas; en 1990 de 12,75 toneladas y en 2007 llegaba a 19,74 toneladas, mientras que en la Unión Europea se ha mantenido estable en torno a 16 toneladas y en Alemania cayó de 21,86 toneladas a algo menos de 16 en 2007.

Concretamente, el litoral mediterráneo, Madrid, Guadalajara, Toledo, Valladolid, Salamanca, Soria y Zamora son las provincias que más elevaron su tasa de expansión de la superficie dedicada a usos artificiales.

Además, el profesor Reig ha explicado que las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) por habitante se incrementaron en España "de forma notable" entre 1990 y 2007, a diferencia de otras grandes economías europeas, ya que en el mismo periodo, países como Alemania, Francia o Reino Unido, redujeron estos niveles e Italia las incrementó ligeramente.

Sobre los motivos, Reig explica que, en buena parte se debe al aumento del sector transporte, que es uno de los principales responsables del "fuerte aumento", así como al crecimiento demográfico y el aumento de los niveles de vida.

A su juicio, en el periodo de contempla el estudio, desde los años 90 hasta 2007 o 2008, la presión sobre el medio ambiente ha empeorado, tanto en el uso del suelo (residencial, infraestructuras), los gases de efecto invernadero, el uso del suelo o de materiales, así como la huella ecológica.

"Es posible compatibilizar el crecimiento económico y la necesidad de preservar la capacidad de los ecosistemas naturales para desarrollar funciones que afectan de forma decisiva a la calidad de vida humana", dice el profesor.

Señala que, a pesar de estos datos, el ecosistema agrario español más emblemático desde el punto de vista ambiental, el agroforestal ha aumentado su importancia, ya que ha crecido en 84.309 hectáreas, fundamentalmente en Cáceres, Badajoz, Córdoba, Salamanca y Huelva. A pesar de ello, la superficie forestal global ha menguado en 350.000 hectáreas entre 1987 y 2006.

La publicación de FUNCAS refleja también la utilización de cuatro indicadores, relativos al comportamiento ambiental, la huella ecológica, el índice de ahorro neto ajustado y la eco-eficiencia a escala macroeconómica y dedica buena parte de sus páginas a los aspectos sociales de la sostenibilidad.