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La desconfianza sobre el futuro de España y de otros socios del euro sacudió el jueves los mercados e hizo que la prima de riesgo superara por primera vez desde noviembre los 400 puntos básicos y la bolsa quedara rezagada a niveles de marzo de 2009.

Pese al carácter semifestivo de la jornada de Jueves Santo, sin apenas actividad económica en el país, los mercados españoles vivieron una jornada de infarto, con una gran volatilidad y nerviosismo tanto en la bolsa como en el mercado de deuda.

El Ibex 35, el principal indicador bursátil español, llegó a perder un 1,5 por ciento durante la sesión, pero las ganancias registradas por Wall Street le permitieron cerrar en los mismos niveles que el miércoles, con una inapreciable pérdida.

No obstante, el IBEX se encuentra no solo en mínimos anuales, sino en la posición más baja desde marzo de 2009.

Desde enero, ha perdido un 10 por ciento, y en lo que va de semana, un 4,4 por ciento. Pese a ser una semana de cuatro días, ha sido la peor del año, hasta el momento.

La prima de riesgo -uno de los principales indicadores de la confianza que genera España en el cumplimiento de sus obligaciones con sus acreedores- se elevó por encima de los 400 puntos, hasta los 402, algo que no ocurría desde finales del año pasado, antes de que el Gobierno de Mariano Rajoy iniciara su agenda reformista.

En declaraciones a EFE, el ministro de Economía y Competitividad, Luis de Guindos, reconoció los "ataques" que están sufriendo España y otros países del entorno y que están generando una gran "volatilidad y nerviosismo" en los mercados.

Según dijo el jueves, detrás de esta situación se encuentra la percepción de que Europa ha entrado en una fase de desaceleración, que no se ha podido evitar con las inyecciones de liquidez del Banco Central Europeo, lo que arroja dudas sobre la capacidad de crecimiento de España y otros países como Italia y Portugal.

"Si no hay crecimiento económico en Europa, los inversores empiezan a generar dudas sobre las posibilidades de cumplir con el ajuste fiscal y las promesas que han realizado los distintos países de la unión", indicó.

Aunque la volatilidad ha dañado en especial al diferencial de la deuda española, el ministro dijo que no se trata de un "problema estrictamente español".
"Es un problema que tiene que ver con la percepción más negativa del crecimiento económico en España, en Portugal y en Italia. Este menor crecimiento va a llevar a que las dificultades para reducir el déficit publico sean mayores", afirmó.