Las consecuencias de estos datos son evidentes: casi un 25 % menos de nacimientos y una caída de la población que cada vez es más vieja porque la esperanza de vida cada vez es más alta. | Pixabay

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España se está quedando sin niños. Lo dicen las estadísticas. Entre enero y junio de este año solo han nacido 179.794 bebés, la cifra más baja de toda la serie histórica que comenzó a elaborarse en 1941, y casi un 6 % menos que los que nacieron un año antes.

Y el problema es más grave aún, porque mientras descienden los nacimientos aumentan las muertes. En el mismo periodo fallecieron 226.384 personas, un 2,1 % más que en el primer semestre de 2017.

Así es que el número de muertes menos el de nacimientos refleja una pérdida de población, o crecimiento vegetativo, 46.590 personas.

Estos datos forman parte de las Estadísticas del Movimiento Natural de la Población (nacimientos, defunciones y matrimonios) difundidas por el Instituto Nacional de Estadística (INE), que explican que la pérdida de población, se debe tanto a la mayor mortalidad como a la menor natalidad registrada este año.

El deterioro demográfico que sufre España se agravó pocos años después de 2008, cuando comenzó la crisis económica que hizo que gran parte de los inmigrantes, en su mayoría una población joven con una tasa de natalidad superior a la española, regresase a sus países de origen o emigrasen a otras zonas en búsqueda de mejores oportunidades de vida.

Y las consecuencias son evidentes: menos nacimientos (casi un 25 % menos) y una caída de la población que, además, cada vez es más vieja porque la esperanza de vida cada vez es más alta (por encima de los 83 años).

Desde 2012 cuando España registró la cifra de población más alta de su historia, con 46,8 millones de habitantes, se ha reducido en cerca de 200.000 personas.

Lejos quedan las décadas de los 60,70 y 80 en las que los nacimientos superaban con creces el medio millón y el número medio de hijos por mujer era mayor de dos.

El problema de la natalidad es común a todas las comunidades autónomas, aunque es más acusado en La Rioja, donde cayeron un 13,7 %, seguida de Extremadura, con un 10,3 % y de Cantabria, con un 7,8 %.

Y es que, según una estadística reciente del INE, a las mujeres españolas les gustaría tener más hijos (la tasa de fecundidad actual es de 1,3 hijos) pero los problemas laborales, de conciliación y económicas se lo impiden.

El número de nacimientos registrados en el primer trimestre, de los que dos de cada diez son de madre extranjera, ha continuado la tendencia a la baja iniciada en 2009, que sólo se interrumpió en 2014, cuando hubo un ligero repunte. Mientras que los fallecimientos siguen aumentando por quinto año consecutivo.

Por comunidades, la evolución de las defunciones no ha sido homogénea. Han aumentado en doce de las diecisiete regiones encabezadas por Canarias donde han crecido un 10,2 %, Andalucía, con un 5,3 % y Cantabria, con un 5,1 %.

Como resultado de estos datos, el saldo vegetativo (aumento o pérdida de población) entre enero y junio solo ha sido positivo en tres comunidades: Comunidad de Madrid, con 3.714 personas más; la Región de Murcia, con 997; y las Illes Balears, con 428 habitantes más.

Mientras que las que más población han perdido han sido Galicia, con un descenso de 9.135 personas; Castilla y León, con 7.857 menos y la Comunitat Valenciana con un descenso de 5.959 habitantes.

El INE también ha publicado los datos definitivos de 2017, según los cuales, nacieron 393.181 bebés y hubo 424.523 defunciones, con lo que la pérdida de población fue de 31.342 personas.