El portavoz de ERC en la cámara baja, Gabriel Rufián, en una imagen de archivo.

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De sacar miles de personas a las calles como exhibición de poder popular y tratar de encontrar un interlocutor válido para negociar las condiciones para avanzar hacia una hipotética independencia a establecer los detalles del catálogo de series y películas de una plataforma digital. Numerosos sectores del independentismo en Cataluña han criticado arduamente en estos últimos días a Esquerra, después de que la formación republicana ratificara el apoyo a los presupuestos de 2022 del Gobierno de coalición. La entesa llegó después de que el ejecutivo accediera a las pretensiones de ERC en relación a la nueva ley audiovisual de ‘blindar’ la creación de nuevos contenidos en lenguas cooficiales.

La reacción no se ha hecho esperar. Especialmente virulenta ha sido en los entornos cercanos a Junts. El partido de Carles Puigdemont, con pocas esperanzas puestas en la mesa de diálogo como método de resolución del conflicto político en Cataluña, ha emitido distintas señales que dejan ver con claridad su posición en esta cuestión.

Los anticapitalistas de la CUP han sido también duros con este pacto del ejecutivo central y uno de sus socios parlamentarios preferentes, aunque aparentemente están más centrados en su agenda propia, criticando las inversiones del govern autonómico y dando la batalla a las eléctricas y a los actores en liza por la crisis habitacional.

En este sentido, recientemente la portavoz de la CUP en el Congreso, Mireia Vehí, participó en Palma en una mesa redonda contra la ampliación del aeropuerto en la capital balear, uno de los puntos que sustentan su enmienda a la totalidad de los presupuestos generales del Estado para el próximo ejercicio.