Un votante acude disfrazado a su colegio electoral. | Brais Lorenzo

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Como todas las elecciones, el 18F en Galicia, además de votos, ha dejado anécdotas: seguir la misa por la tele en un colegio electoral, llevar chocolate con churros a un nieto que se estrenaba como elector y además como miembro de una mesa, o ver al expresidente del Celta de Vigo, Carlos Mouriño como apoderado del PP han sido algunas de ellas.

En la resaca de los carnavales, con fiestas en algunas localidades de la geografía gallega, hubo quien acudió con disfraz -a cara descubierta- a votar. De monja, tigre e incluso un 'condenado a muerte'. Caracterizaciones a las que también se apuntó algún presidente de mesas electorales. No faltó quien sacó las urnas a la calle y conformó su propio decorado de elecciones, con listados sobre la mesa y, eso sí, alguna bebida alcohólica al lado de los votos emitidos, en pleno terraceo.

Mouriño, de presidente a apoderado, de padres a hijos

En un colegio real, el de A Casa das Artes de Vigo, un protagonista inesperado: el expresidente del Celta, Carlos Mouriño, participó como apoderado del Partido Popular cinco meses después de haber renunciado a la presidencia del club de fútbol para ceder el testigo a su hija Marian. El empresario, enemistado desde hace años con el alcalde de Vigo, Abel Caballero (PSdeG-PSOE), decidió mostrar públicamente su apoyo a los populares en las elecciones autonómicas.

De un padre y una hija a otro progenitor y un descendiente que nunca habían formado parte de una mesa electoral y esta vez les tocó hacerlo a ambos y, además, en la misma, una ubicada en el Colegio de Arquitectos de A Coruña.

Ausencias en las mesas

No siempre se lleva bien integrar las mesas. Hubo suplentes que pasaron a titulares y, al menos, otro que afrontó por primera vez unos comicios como elector y también como parte de los designados para confirmar los votos de los demás, una tarea que llevó mejor el joven de Vilagarcía de Arousa (Pontevedra) a quien sus abuelos le llevaron chocolate caliente y pastas para compartir con sus compañeros.

Frente a los 'novatos', un clásico de estas citas es el marqués de Sargadelos, un vecino de Ribadeo (Lugo) que ha vuelto a desempolvar el disfraz con el que acude a las elecciones desde hace más de decenio y medio. Esta vez, le ha tocado en una fecha más propia para caracterizaciones. Manuel José Pérez Fernández viste a imagen y semejanza del creador del primer gran complejo industrial de Galicia: casaca azul, chaleco rojo, pantalón negro y peluca con tocado.

Entre voto y voto, misa

Aunque hablando de tradiciones, y de vuelta a Vilagarcía, la televisión no solo sirvió para dar cuenta de los avances de participación sino también para que los fieles cumplieran con la misa dominical, aunque no fuera en la iglesia. Fue una homilía virtual, no presencial, casi como lo que se temieron en un colegio de Vigo en el que no aparecían las llaves, lo que retrasó su apertura en la ciudad más poblada de Galicia.

Allí sonó la alarma, en sentido figurado, pero en un colegio de Pontedeume el sonido de la sirena fue real porque no se había desactivado el dispositivo. Si bien ese contratiempo no restó puntualidad al centro ni alarmó a los electores, principalmente los madrugadores, que pudieron ejercer su derecho a voto en las elecciones gallegas.