La actriz participó en una ‘performance’ del creador Enrique Baeza en la galería Gerhardt Braun de Ciutat. En una especie de entrevista, la intérprete repasó diferentes etapas de su vida y habló de su trabajo, de su familia, de sus mejores y de sus peores momentos.

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Los momentos más felices de una vida, pero también los más tenebrosos... En definitiva, los claroscuros de cualquier trayectoria vital. El sábado, en la galería Gerhardt Braun, en Ciutat, Rossy de Palma se confesó ante el artista Enrique Baeza.

Fue con motivo de una performance a propósito de la exposición de este último, Word Portrait. Como su título indica, el creador trazó un 'retrato de palabras' de la intérprete a partir de una entrevista íntima, muy personal, ante cerca de un centenar de personas. El resultado fueron dos palabras: «Emperatriz automática».

Word Portrait es un proyecto comisariado por Mercedes Estarellas en el que, a través de la palabra, Baeza propone un nuevo sentido para el retrato contemporáneo. Así, a partir del relato de Rossy de Palma, el artista articuló una propuesta artística de dos palabras que pasarán a ser luces de neones.

La 'chica Almodóvar' inició su intervención recordando un sueño «surrealista y muy Tim Burton» que tuvo a los 14 años en el que «estaba huyendo del infierno, de lo tenebroso». De ahí pasó a desgranar momentos de su vida, como cuando «hace diez años, a causa de una relación tóxica, bajé a las tinieblas y casi me traiciono, pero salí airosa». En esa vía de escape, su «salvación», su madre e hijos jugaron un papel clave. «Con 20 años parecía que tenía 40 y fue con 30 años cuando viví mi adolescencia. Incluso llegué a coquetear con el suicido, pero no le podía hacer eso a mi madre, a mis hijos. Si no sientas la cabeza con tus hijos, no lo haces con nada», agregó.

La actriz también habló sobre sus arquetipos femeninos, como Maria Callas o la artista Ana Mendieta, y por supuesto,de cine. «Cuando trabajo en una película no soy nada metódica; soy más de posesiones, el papel se mete dentro de mí e incluso llego a actuar de manera extraña. No me aprendo el guion hasta que no piso el espacio donde se voy a grabar».

Además, aseguró que «he aprendido a pasar de la vanidad y a saber que lo principal y más importante es dar las gracias. Eso siempre es lo primero que hago y es lo que nos hace ser unos privilegiados», concluyó.