Imagen de archivo del nacimiento d euna supernova junto a Cassiopea. | ARCHIVO

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Un niño español de nueve años, Diego Fernández Ortiz, ha descubierto desde Moscú una supernova en la constelación del Pez Volador, conocida también como Volans, con ayuda de imágenes captadas por el telescopio australiano T31.

El precoz astrónomo aficionado se convirtió en el más joven descubridor de una supernova, hallazgo en el que tuvo como coautores a los escolares rusos Kiril Iónov, Ivaán Spásich y Denis Vdovin, de 13, 12 y 14 años, respectivamente, todo ellos miembros de un círculo astronómico del centro educativo moscovita Na Donskói.

Nada parecía indicar que el sábado 1 de diciembre sería especial para el círculo astronómico dirigido por Denis Denisenko, que ese día encargó a sus pupilos examinar un sector del cielo de la constelación del Pez Volador.

Fue entonces cuando Diego, natural de Cieza (Murcia), se fijó que había un punto brillante que no figuraba en la imágenes anteriores y de inmediato comenzaron las comprobaciones.
Y sí: había descubierto una supernova de magnitud 17.1, que recibió el nombre PSN-DNTTM y quedó registrada en el catálogo como 2018jgq.

Su padre, Antonio Fernández, oficial del Consulado de España en Moscú, se enteró del hallazgo solo cuando fue a buscarlo al centro educativo, pues Diego, a diferencia de casi todos los chicos de su edad, no lleva teléfono móvil.

«'Papá he descubierto una supernova', me dijo emocionado, pero su tutor lo estaba aún más», dice a Antonio en una conversación con Efe en la que Diego es el gran protagonista.
Con gran seriedad, el niño cuenta que se aficionó a la astronomía a los tres años, cuando vio con su padre un documental sobre la ciencia que estudia los cuerpos celestes de universo.

«A los seis años vi un documental de física cuántica y otro de mecánica cuántica. Me gustaron mucho. Hace tres años fui a las clases de astronomía a las que voy ahora, y he descubierto una supernova», narra Diego, el segundo de tres hermanos.

El día del hallazgo, Diego al principio dudó de su descubrimiento. «Alguna vez me pasa que veo que alguna estrella cambia de luminosidad, pero luego resulta que es solo por el tipo de imagen».

«Pero cuando lo comprobamos, vimos que no había sido descubierta», dice con orgullo, y añade que vio la supernova «solo unos segundos antes» que su tutor.

Al ser preguntado sobre qué quiere ser de mayor, Diego, que se maneja con los nombres de las galaxias y constelaciones como la mayoría de los chicos de su edad lo hace con las estrellas, pero de sus clubes de fútbol favoritos, no duda un instante: «Astrónomo».

Pero no solo de astronomía vive Diego, ya que también se dedica a la música, estudia violonchelo y canta en un coro.

El futuro astrónomo, además de español, habla perfectamente ruso e inglés, y usa internet solo como instrumento de consulta.

«También me gustan las matemáticas, la biología, la robótica, la geología y... los dibujos animados», dice Diego, que entre los deportes prefiere el tenis.

Tras su descubrimiento, del que se han hecho eco ya medios rusos, incluida la televisión, se ha convertido en el alumno más popular del colegio.

«En cole me conocen todos, desde los chicos del primer grado hasta los del el undécimo», dice Diego, a quien los alumnos de los cursos superiores le han pedido que les dicte una conferencia de astronomía.

Admite que el interés de su compañeros por la astronomía se disparó después de que vieran un vídeo de la noticia de la televisión rusa sobre el descubrimiento de la supernova.