La reconocida escritora y académica de la RAE, Carme Riera, en una visita reciente a Ciutat.

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No cabe duda de que Carme Riera (Palma, 1948) es una de nuestras autoras más reconocidas. Catedrática de la Universitat Autònoma de Barcelona, es Premio Nacional de las Letras y Premio Nacional de Cultura. Desde 2013, ocupa la silla ‘n’ de la Real Academia Española. Ahora, la autora de Te deix, amor, la mar com a penyora participa por primera vez en un libro de relatos feministas, Tranquilas. Historias para ir solas por la noche (Lumen), que editan María Folguera y Carmen G. de la Cueva, con ilustraciones de Sara Herranz. En el volumen figuran 14 escritoras, entre las que también están Marta Sanz y Sabina Urraca. Riera se encuentra en el Festival Cinespaña, en Toulouse.

¿Cómo surge su participación en este proyecto?
—Fue un encargo de la editorial, que me pidió si podía escribir algo sobre esta cuestión. Dije que sí porque el tema es muy interesante, muchas cosas que pasan, como las violaciones, se podrían evitar si la gente estuviera más concienciada y tuviera una mejor educación.

¿Cómo se le ocurrió su relato, ‘A cenar la pirámide’?
—He vivido mucho tiempo en Estados Unidos y conozco bien cómo es. Lo que cuento en este relato no me ha pasado exactamente así pero sí algo muy parecido. El hecho de que puedes perderte fácilmente porque tienes pocos referentes hace que puedas encontrarte en una situación similar. En mi caso, no llegó a tanto pero casi. No lo quise escribir en primera persona porque quería poner distancias, es algo que me ha marcado y es desagradable.

Muchas mujeres parece que guardan historias tan aterradoras como las que se cuentan en este libro.
—Es algo terrible que un hombre pueda salir a la calle tranquilamente por la noche pero una mujer no. Tengo dos hijos, un chico y una chica, y cuando vivían conmigo y salían no tenía que preocuparme tanto por él, pero sí por ella, porque sabía que volvería sola y a saber qué le podía pasar.

Es un auténtico libro de terror.
—Recuerdo la primera vez que me pasó. Debía tener unos 14 años, en la calle Sant Jaume, de Palma; por allí nunca pasa nadie. Uno que iba en bicicleta se me echó encima. Fue la primera vez que tuve ese miedo terrible a que me pudieran violar. No lo consiguió porque grité como una loca y apareció una mujer y se marchó. A partir de ahí me pasó algunas veces más.

A las chicas se les educa para que vayan con cuidado cuando van solas, ¿pero a ellos...?
—Exactamente. A ellas les dicen cuidado, no vengas tan tarde, coge un taxi hasta la puerta de casa, algo que a un chico no le dirías. Si eres un hombre y oyes unos pasos tras de ti no pasa nada, como mucho te quitarán el dinero; pero si eres una mujer, seguro que te quitarán el dinero, pero antes alguna cosa más. En este sentido, hay una diferencia de sexos monumental que no debería haber. Las calles tendrían que ser seguras para todos.

Le dedica el texto a Diana Quer y a Laura Luelmo. ¿Por qué a ellas?
—Porque ambas precisamente desaparecieron de una manera terrible y trágica y creo que el recuerdo de ellas es muy importante. La primera ocurrió en Galicia y la segunda era una profesora a la que mataron. Creo que hay que recordar a las víctimas porque a veces parece que las olvidamos y no tenemos que hacerlo.

En su historia también habla de racismo, ¿es algo que suele ir de la mano con el machismo?
—Evidentemente está vinculado al ir contra las mujeres o contra los que son diferentes. Tenemos que luchar muchísimo porque es un defecto social terrible.

Las mujeres, y más las inteligentes, ¿molestan a los hombres?
—Que una mujer sea inteligente para según qué hombres, trogloditas, que todavía queda alguno aunque sean menos que antes, les molesta, como si fuera una atribución solo masculina. Y que además lo demuestre todavía es peor.

Fue la octava mujer que ingresó en la RAE. ¿Todavía cuesta que las mujeres ocupen cargos de poder?
—Cada vez más mujeres ocupan puestos importantes, pero por ejemplo, las catedráticas de universidad son un veinte por ciento y cuando hice oposiciones eran un trece. Sí que avanzamos, pero muy poco a poco.

¿Cuál es su participación en el Festival Cinespaña?
—Me pidieron que hablara de una película y elegí Amanece, que no es poco, para poner un poco de humor. Es muy interesante, porque en Tolouse hay una fuerte colonia de descendientes de exiliados.

¿En qué proyectos está trabajando de cara al futuro?
—Tengo dos. Estoy trabajando en una nueva novela, pero todavía está muy verde. Lo que sí está más maduro es la biografía de Carme Balcells, una agente literaria muy importante. Además, Alfaguara y Edicions 62 acaban de reeditar Dins el darrer blau con motivo del 25 aniversario de su publicación. La edición castellana tiene prólogo de Antonio Muñoz Molina y la catalana, de Manuel Forcano.

Es una de las escritoras más queridas por la crítica y el público. ¿Lo siente así?
—He tenido la enorme suerte de que la gente me ha leído. Estoy muy agradecida a mis lectores, aunque siempre son más mujeres que hombres. En cuanto a la crítica, me interesa menos, normalmente no leo ni las buenas críticas, ni las malas. Me mantengo al margen.