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El bizcocho es una de las recetas más típicas de la repostería, ya que se convierte en un perfecto desayuno, merienda o postre, con tan solo unos cuantos ingredientes y una forma de elaboración muy sencilla.

Sin embargo, es muy común cometer algunos errores que hacen que no se consiga el resultado final esperado para el bizcocho, por ejemplo, que la masa no suba en el horno o, por el contrario, que suba y, al sacarlo, se desinfle de nuevo.

En muchas ocasiones, al elaborar un bizcocho, es común meterlo en el horno y observar que empieza a crecer gracias a la acción de la harina impulsora o la levadura.

Sin embargo, también es posible que, cuando haya pasado el tiempo correspondiente al horneado, se abra la puerta del electrodoméstico y, al sacar el bollo, este comience a desinflarse o se hunda, estropeando por completo el resultado final.

Esto puede ser debido a los tiempos de horneado. Si no se han seguido las cantidades de ingredientes al pie de la letra o, aunque se hayan seguido, cada horno es diferente y, por tanto, lo que ha sucedido es que se ha sacado el bizcocho cuando todavía no estaba lo suficientemente hecho.

Por tanto, en este caso lo mejor es volver a probar a hacer la misma receta, con las mismas cantidades, pero dejando el bizcocho unos 10 minutos más dentro del horno. En caso de que por fuera ya esté hecho, se puede bajar la temperatura y dejarlo más tiempo, evitando así que se queme mientras se cocina por dentro.

También, uno de los problemas que hacen que el bizcocho no se cocine correctamente y, por tanto, que se baje en cuanto se saca del calor del horno es, precisamente, añadir los ingredientes en las cantidades incorrectas.

Así, antes de meter el bizcocho en el horno, hay que asegurarse que la masa no ha quedado ni muy líquida ni demasiado espesa o compacta. En estos casos, se puede añadir un poco más de harina o un poco más de leche, respectivamente, para conseguir una masa perfecta.