El jefe de la mafia italiana. | Reuters

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Con la muerte este lunes de madrugada de Matteo Messina Denaro, considerado el último «jefe de jefes» de Cosa Nostra, la mafia de Sicilia (sur de Italia), detenido el 16 de enero de 2023 tras 30 años prófugo de la Justicia, desaparece la única persona que conservaba los secretos de la organización criminal que fue protagonista de los atentados de los años 90 y de las presuntas negociaciones con el Estado. Messia Denaro falleció a los 61 años de edad en el hospital de L'Aquila (centro) a causa del cáncer de colon que padecía.

El criminal más buscado de Italia hasta su detención había entrado en fase de coma irreversible en las últimas horas y se le había retirado el tratamiento y la alimentación. Tras ser detenido fue llevado a la cárcel de máxima seguridad de L'Aquila (centro de Italia) donde no colaboró nunca con la Justicia, ni se presentó a las procesos abiertos contra él, y se llevó así los secretos de Cosa Nostra a la tumba. «No me arrepentiré nunca», fue las palabras que dijo a los investigadores y así fue.

El llamado «último padrino» había sido detenido en la clínica privada «la Maddalena» de Palermo, la capital siciliana, donde había acudido para un tratamiento médico con la prepotencia de saberse protegido por una red que le había permitido estar oculto al mundo durante 30 años en su Sicilia natal. El fugitivo, conocido con los apodos de «U siccu» (el delgado, en dialecto siciliano) o «Diabolik» porque le gustaba el conocido ladrón del famoso cómic, nació en la localidad siciliana de Castelvetrano y su padre, «Don Ciccio», era ya el jefe de la mafia de Trapani.

Durante más de 30 años se le buscó por todo el mundo, se le localizó en Barcelona para una operación en los ojos y se documentaron otros viajes, pero «el padrino» residió, al menos los últimos años, en Campobello di Mazara, en la provincia de Trapani, a sólo ocho kilómetros de su pueblo natal Castelvetrano, rodeado de personas que lo cubrieron durante años y por la «omerta», el silencio mafioso, del resto de la población.

Tras su arresto fueron varias las personas de la red de cobertura que fueron arrestadas, miembros de su familia como su hermana o insospechados ciudadanos que se encargaron de sus necesidades durante los años. Messina Denaro fue ascendiendo puestos en Cosa Nostra y los investigadores consideraron que se convirtió en el «jefe de jefes» de la mafia siciliana ya desde su escondite tras el arresto de Toto Riina, justo hace 30 años, y posteriormente de Bernardo Provenzano, que estuvo huido de la Justicia 38 años.

Messina Denaro llevaba prófugo desde el verano de 1993, cuando en una carta escrita a su entonces novia, Ángela, tras las masacres mafiosas de Roma, Milán y Florencia, le anunciaba el comienzo de su vida como huido de la Justicia. «Oirás de mí (dando a entender que sabía que poco tiempo después su nombre sería asociado a un grave derramamiento de sangre) y me pintarán como un demonio, pero todo son falsedades», escribía.

La última sentencia le considera el cerebro de los atentados que provocaron la muerte de los dos magistrados antimafia en 1992 Paolo Borsellino y Giovani Falcone, la esposa de éste, Francesca Morvillo, y ocho agentes de la escolta. Además, acumulaba varias condenas perpetuas por decenas de asesinatos, entre ellos el del pequeño Giuseppe Di Matteo, el hijo del colaborador de la justicia estrangulado y disuelto en ácido tras casi dos años de cautiverio.

En estos años se han conocido algunos detalles de su vida como que, a pesar de ser el hombre más buscado de Italia, esto no le impidió viajar a Barcelona para operarse de la vista, como han demostrado en varias investigaciones. El poder del considerado último jefe de Cosa Nostra, el último de los «corleoneses», se demuestra no solo en su amplia red de contactos y testaferros que se ha procurado en estos años, sino que también se puede cuantificar en los más de 4.000 millones de euros que se ha confiscado a su entorno.

Según los investigadores, Messina Denaro continuó desde la clandestinidad impartiendo órdenes en Cosa Nostra, como prueban los «pizzini», los trocitos de papel con los que se comunican sus miembros, interceptados por la Policía italiana en los últimos años.

Aunque su figura ha estado siempre rodeada de leyendas, los investigadores apuntaban a que el escurridizo «capo» de Costa Nostra era una personalidad muy diferente a la del resto de jefes mafiosos como Riina y Provenzano, de escasa inteligencia y escondidos durante años en medio del campo en pésimas condiciones. De Messina Denaro se hablaba de su gran inteligencia y que amaba el lujo, los viajes, los automóviles y la ropa, y así se comprobó tras su detención.