Cada año, en la Unión Europea se instalan entre 1.200 y 1.400 campos deportivos de césped artificial | ARCHIVO

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Investigadores de la Universidad de Barcelona (UB) han descubierto que el césped artificial que se instala en campos deportivos desprende microplásticos que llegan a ríos y mares, que suponen un 15 % de los plásticos de menos de cinco milímetros que flotan en medios acuáticos.

Según ha explicado la UB este miércoles en un comunicado, los investigadores han analizado 217 muestras de agua recogidas en la costa de Barcelona y otras 200 del Guadalquivir, y han encontrado fibras de césped artificial en un 62 % de las muestras del mar y en un 37 % de agua del río.

La concentración de microplásticos llega a cifras superiores a 200.000 fibras por kilómetro cuadrado de superficie marina, y hasta 20.000 fibras al día en aguas fluviales. Las diferencias entre aguas marinas y fluviales, según el estudio, se deben a una menor retención de plásticos en los ríos y a la acumulación durante años o décadas de fibras de césped artificial en zonas costeras.

«Dos de las fibras de plástico que hemos encontrado son las que coinciden con las tendencias actuales de la producción mundial de hierba artificial y que normalmente flotan en el medio acuático. Esos microplásticos se concentran especialmente en la costa cercana a grandes ciudades», ha detallado el primer autor del estudio, William P. de Haan.

El estudio, publicado en la revista 'Environmental Pollution', propone una guía metodológica para identificar los microplásticos del césped artificial en futuros trabajos, para que se investigue mejor el impacto real de esos materiales sobre el medioambiente.

Aunque los análisis se han hecho en dos zonas concretas de España, el estudio señala que es esperable que otras ciudades puedan aportar también fibras de césped artificial, pero la cantidad que llega al medioambiente puede depender de factores como la tipología, el uso o la antigüedad de campos deportivos, y de las medidas de prevención instaladas para evitar la contaminación.

«Si queremos acabar con la contaminación de plásticos, se deben repensar las instalaciones del plástico verde en superficies públicas, como en patios de escuela, campos deportivos, festivales de música, gimnasios, jardines particulares o terrazas», ha subrayado otra de las autoras del estudio, Anna Sánchez-Vidal.

Cada año, en la Unión Europea se instalan entre 1.200 y 1.400 campos deportivos de césped artificial, un material que simula la hierba natural mediante fibras sintéticas, principalmente de plástico.